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¿POR QUÉ Y PARA QUÉ EL NUEVO DIÁLOGO?
LOS OBISPOS EN LA MEDIACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Muchos han sido los que han trabajado para provocar el actual diálogo convocado por la Conferencia Episcopal. El grupo MIANSI (Movimiento de Renovación Cristia-na) también propuso ese camino. Maria Victoria Brusquetti nos cuenta aquí cómo se impulso y qué balance se puede hacer en la actualidad


María Victoria Busquetti

Analistas políticos hablan de que nuestro país sufre una grave y prolongada "Crisis de gobernabilidad". Nos dice Carlos Martini, citando a la revista "Veja": crisis de gobernabilidad "ocurre cuando la mayor parte de la so-ciedad se vuelve contra el gobernante o contra las instituciones y provoca lo que se llama una ruptura" (Veja, 25 de junio de 2001, Pág. 42).
Qué duda cabe que la mayoría de la gente está harta del gobierno actual, y no es para menos.
A los factores que determinan el estancamiento de nuestra economía, se suma la incapacidad casi total del Gobierno de adoptar medidas conducentes a superar la crítica situación, debido principalmente al alto grado de ineficacia y de corrupción que impera dentro del mismo. Situación que hace que la pobreza castigue cada vez con más fuerza la calidad de vida, no solamente de los sectores carenciados sino también de las clases medias.
Hoy, en la mayoría de las familias paraguayas, el jefe o la jefa del hogar, algún hijo / hija, hermano / hermana o algún pariente cercano están sin trabajo.
Hace unos meses, esta crítica situación llevó a nuestro país al borde de un estallido social de impredecibles consecuencias.
Las principales organizaciones y gremios, pertenecientes a distintos sectores sociales y políticos, se hallaban organizando movilizaciones contra el Gobierno Nacional.
Algunas de estas manifestaciones se realizaron con signos de violencia y amenazando con llegar a más.

La iniciativa de MIANSI

Preocupados por esta situación, los miembros del Movimiento de Renovación Cristiana del Paraguay, MIAMSI, nos reunimos con miembros de otros movimientos eclesiales, con referentes importantes en la sociedad civil, técnicos y algunos políticos, para reflexionar sobre la crisis del país y sus posibles salidas.
Se analizaron dentro del marco constitucional, distintas alternativas.
Se optó por trabajar, en unión a otras organizaciones, por lograr que representantes de organizaciones de la sociedad civil y dirigentes políticos, trabajen juntos "hasta encontrar una propuesta de solución que satisfaga, mí-nimamente, las aspiraciones de todos los sectores políticos y sociales".
Esta decisión nos llevó a preguntarnos:
¿Cuál es la Institución que tiene el suficiente prestigio y la autoridad moral para convocar a los principales di-rigentes de la sociedad civil y política, a reunirse alrededor de una misma mesa, para trabajar por el país?.
Ante la pérdida de credibilidad de las instituciones de la República y el desprestigio de los partidos políticos, por la ausencia de organizaciones representativas de la sociedad civil, sumada a la ausencia de liderazgos creí-bles de carácter nacional, la única institución posible es la Iglesia Católica.
Nos unimos al reclamo generalizado de la ciudadanía pidiendo que, una vez más, la Iglesia Católica se ofrez-ca como mediadora entre la sociedad civil y la clase política para estabilizar la inestable situación crítica del país, en progresivo deterioro, y mantener la democracia hasta agosto del 2003, de manera que el próximo Gobierno pueda consolidar la democracia y hacer un trabajo eficaz para sacar al país de la crisis política, económica, social y moral.
Una vez más, la Iglesia Católica, nos brinda el testimonio de ofrecer su mediación para que representantes de la sociedad y el Gobierno, encuentren caminos de solución a los problemas nacionales. La Iglesia realiza este servicio más preocupada por el bien del país, que por los riesgos a los que ella se expone al asumir el difícil compromiso. Riesgos que percibe con claridad.
Es oportuno subrayar en momentos en que el mundo sufre las consecuencias negativas de identificar poder político con fe, que la Iglesia Católica tiene una conciencia muy clara sobre su ámbito, su identidad y su misión en el mundo.

Ya hay logros del Diálogo

Se consiguió descomprimir la situación de estallido social; situación riesgosa para el país por sus resultados impredecibles. Al no existir en el país, grupos políticos confiables con posibilidad de acceso al poder, nos expo-níamos a caer nuevamente en manos de gobernantes parecidos a los actuales, probablemente, arriesgando pre-ciosas vidas, tal como pasó en el Marzo Paraguayo.
Por otra parte, la inestabilidad social y política incidiría negativamente sobre nuestra economía y estaríamos matando a nuestra todavía incompleta democracia. Incompleta, es cierto, pero no despreciable porque al fin nos permite vivir en libertad; una libertad que ha sido conquistada mediante el sufrimiento de muchos, que lucharon de múltiples formas, desde diferentes espacios, durante largos años para lograrla, venciendo las opresiones de la dictadura. Hay que ser sinceros y reconocer que a pesar de las deficiencias de nuestra actual democracia, cierta-mente ahora podemos gozar las libertades fundamentales que nos garantizan los Derechos Humanos.
Respetar a nuestras instituciones, votar a nuestros próximos gobernantes, según lo establecen la Constitución y las leyes, es fortalecer la Democracia.
Esta mediación y diálogo busca comprometer a todos los actores de nuestro escenario social y político. Por eso, también el gobierno debe dar sus pasos inequívocos, aunque sean mínimos, para hacer posible un mínimo de credibilidad y asegurar la estabilidad social y política en el país.
Entre los frutos ya tangibles del Diálogo hay uno muy significativo: Ha hecho visible la falta de propuestas de importantes sectores políticos; no solamente en el sector gubernamental sino también en el principal partido de oposición, el PLRA.
Quizás experiencias como la del Diálogo están contribuyendo a que ciertos sectores del PLRA estén propo-niendo una seria autocrítica al partido.
Es hora de que nuestra política se procese no apoyada en caudillos, sino en programas y acciones verdadera-mente eficaces y al servicio del bien común. Es hora de que la sociedad civil organizada tome conciencia y asuma la responsabilidad de exigirle a los políticos y a sus partidos que trabajen para la nación y no para los intereses personales o de grupos sectorizados. Es hora también de que la oposición actúe como tal distanciándose de las políticas corruptas que están empobreciendo cada día más al pueblo, esquilmando las arcas del pueblo, sus aho-rros y seguros, y destruyendo al país.
El pasado Diálogo Nacional, promovido también por la Iglesia Católica ha dejado un aporte fundamental en lo que se refiere a democracia, libertades públicas y estado de derecho, e influyó notablemente en la Constitución Nacional del 92.
El Diálogo actual, puede instalar en la sociedad paraguaya la necesidad de una democracia con desarrollo económico y social en equidad y que definitivamente la política del Bien Común esté por encima de los intereses particulares y sectoriales.

Hace unos meses, esta crítica situación llevó a nuestro país al borde de un estallido social de impredecibles consecuencias.
Las principales organizaciones y gremios, pertenecientes a distintos sectores socia-les y políticos, se hallaban organizando movilizaciones contra el Gobierno Nacional.
Algunas de estas manifestaciones se realizaron con signos de violencia y amena-zando con llegar a más

Entre los frutos ya tangibles del Diálogo hay uno muy significativo: Ha hecho visible la falta de propuestas de importantes sectores políticos; no solamente en el sector gubernamental sino también en el principal partido de oposición, el PLRA.
Quizás experiencias como la del Diálogo están contribuyendo a que ciertos sectores del PLRA estén proponiendo una seria autocrítica al partido

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