1. Introducción,
para entender el tema Entre los problemas artificiales que se agitan en
el enrarecido clima de la sociedad política del Paraguay, se destaca el
tema de la "Reforma del Estado". Nadie entiende de qué se trata, pero se
lo publicita todos los días como la gran solución del problema nacional.
No tenemos esa óptica ni, mucho menos, creemos que sea la prioridad del
país y mucho menos del pueblo. ¿No será que se habla de Reforma para NO
REALIZAR LA REFORMA ESTRUCTURAL QUE NECESITAMOS?. Esta es la cuestión. Veamos
con mayor claridad para salir de tanta confusión interesada. La Reforma
del Estado, tal como se viene planteando, asocia dos intereses bien determinados.
De un lado la presión de esa crisis moral que dio en llamarse "Globalización
de la Economía". Y de otro lado, pero cerrando el mismo esquema de intereses,
reducir la reforma al negocio de la venta de las Empresas Públicas, a los
monopolios privados de lucro. La sociedad política, hoy sumida en una crisis
casi irreversible, debiera preocuparse más en trabajar soluciones a tantas
demandas de justicia que hoy cicatrizan el cuerpo social del pueblo y menos
en ser diligentes para impulsar propuestas que llegan del frente externo,
con la única finalidad de desnacionalizar las instituciones de la República
y mantener una democracia formal que no es representativa y que carece del
poder moral de la participación comunitaria. Lo indudable es que hay una
propuesta de Reformar el Estado, para que no haya Estado Social de Derecho
como manda la Constitución Nacional. El problema que debe resolver la sociedad
política, es el de la corrupción y su reaseguro en la impunidad. Pero, la
corrupción se combate con hombres no comprometidos con actos de prebendarismos
en lo económico y con actos de simulación, que es lo que viene ocurriendo
en la Nación al sancionarse y promulgarse leyes cuya finalidad es dar mayor
protección jurídica a los privilegios e intereses creados internos y externos,
dejando al pueblo en estado de indefensión jurídica. Nada es más difícil
en el país, que hacer respetar los derechos sociales del pueblo. Y nada
más fácil que legalizar la corrupción. 2. Tesis para la Reforma del Estado.
Las dos posiciones. Queremos que tenga vigencia el Estado Social de Derecho
y que se gobierne para el interés general y no para los privilegios del
egoísmo individualista. En este marco de reflexión, lo que institucionalmente
corresponde es que el Estado retenga entre sus funciones y roles constitucionales,
una función reguladora e impulsora del desarrollo nacional, en beneficio
de toda la población. Sin embargo, la tesis que se promueve y se publica
todos los días, es el retorno al individualismo egoísta, a la llamada economía
de mercado y de libre concurrencia, que termina en formas monopólicas de
control del mercado. Esta Reforma del Estado, en realidad es una contra
reforma, que se pretende desarrollarla violando los principios que dan fundamento
jurídico a la actual Constitución Nacional, que ya con su promulgación por
la Asamblea Constituyente en el año 1.992, hizo la Reforma del viejo estado
autoritario de la dictadura, en un Estado Democrático y con fuerte tendencia
a dar protección al interés general. Por eso se definió como un Estado Social
de Derecho y no como un estado individualista de derecho. Se pretende vincular
la Reforma del Estado con la Globalización vendiendo a los monopolios de
las transnacionales las últimas riquezas que aún conserva el país, sus empresas
públicas; que sí hay que reformarlas para darles autonomía plena de gestión,
separándolas del Gobierno y despolitizarlas y despartidizarlas, de manera
que, sin corrupción y sirviendo la calidad de vida de la población, puedan
competir, con capitales serios que deseen radicarse en el país y probar
que, sin renunciar a nuestro patrimonio, somos capaces de competir en calidad
y tarifas con los monopolios de lucro. Pero, esta Reforma que sí es perentoria,
no se estudia desde los "cerebros" privatistas, pues son las empresas públicas,
que no distribuyen dividendos al capital, las únicas que pueden compartir
y regular el mercado en beneficio de usuarios y consumidores. Sin embargo,
los "reformistas del estado", teóricos de la libre concurrencia, no admiten
que la misma se practique en el mercado, pues, de lo que se trata y es lo
que en definitiva debemos entender, es la entrega de todos los servicios
públicos a los monopolios de lucro. Y eso nada tiene que ver con la Reforma
del Estado, que implica simplemente que todas las Instituciones de los tres
Poderes del Estado, funcionen con transparencia y eficiencia, cumpliendo
con honestidad y patriotismo con sus roles Constitucionales. Esa es la Reforma
que urgentemente necesitamos para salir de la crisis de inestabilidad en
que vivimos. Simplemente cumplir y hacer cumplir con los preceptos Constitucionales.
Y es lo que no se hace y no se quiere hacer. De dónde, debemos concluir,
que la Reforma Privatista del Estado y sus leyes sancionadas y promulgadas,
son todas subversivas de nuestro orden jurídico constitucional. Respetar,
cumplir y hacer cumplir lo dispuesto en la Constitución Nacional, es la
Reforma del Estado, que ya está formulada como un mandato Constitucional.
En resumen, frente al problema, real o artificial, de la Reforma del Estado,
se dan dos posiciones bien definidas en cuanto a filosofía del derecho y
objetivos perseguidos. La corriente histórica que defiende la soberanía
de la Nación y las libertades de las personas para una sociedad con menos
desigualdades y más justas y la exógena que pretende confundir la libertad
como fundamento ético de la justicia para los pueblos, con libertad patrimonial
de comprar y vender cosas para que los mercados funcionen como un privilegio
de los monopolios y con gobiernos plutocráticos. Es la "reforma" para el
dinero, por el dinero y para el dinero. No importa que se la maquille con
alta tecnología, que no producimos ni podemos comprar o con la modernización
para que todo funcione mejor. Lo que no se dice es que lo que hay que cambiar
es un sistema formalista que ya agotó su tiempo histórico y que sobrevive
por inercia, industrializando una crisis de transición que no sabemos cuándo
va a terminar. Hay que cambiar la mentalidad obsoleta de los políticos que
sólo saben industrializar conflictos pero que carecen de sensibilidad, de
seriedad y de responsabilidad para trabajar las urgentes soluciones que
necesita el pueblo, para vencer la humillación de la pobreza y el agravio
de la corrupción. 3. Reformas que sí necesitamos Los tres Poderes del Estado
están inmersos en una burocracia infernal que castiga a toda la población.
Se impone una Reforma de los Procedimientos administrativos, judiciales
y legislativos, para que los asuntos públicos de interés general, sean atendidos
con rapidez, eficiencia, equidad. Esta es la Reforma que necesitamos para
modernizar el funcionamiento del Estado. Es un problema nacional, que debemos
resolver los paraguayos con técnicos y especialistas paraguayos, que existen
y de primer nivel. El Régimen Electoral debe democratizarse, estableciendo
las listas abiertas para los Partidos y Movimientos Políticos y las Listas
Uninomimales para la ciudadanía en general; de modo que ésta pueda participar
en la designación de los candidatos que la representen sin la intermediación
obligatoria de los Comités partidarios, dónde inclusive se compra la ubicación
de candidatos a Senadores y Diputados en las listas cerradas. Primer acto
de corrupción institucional que debe erradicarse por inmoral y por negar
la libre participación del pueblo para votar sus candidatos. El Paraguay
es una República Unitaria y no se justifica el Sistema Bicameral, propio
de los Estados Federales. Debe reducirse a una sola Cámara o Congreso Nacional,
de no más de 40 representantes con remuneraciones menores a las de un Ministro
de Estado. Ser Representante del Pueblo, debe ser una dignidad ciudadana
y una vocación de austeridad republicana. Debe restablecerse a la Corte
Suprema de Justicia su plena autonomía y su potestad de organizar el Poder
Judicial. No se justifican órganos como el Consejo de la Magistratura o
el Jurado de Enjuiciamiento, que recargan innecesariamente el Presupuesto
de la Nación, restan autoridad a la Corte Suprema de Justicia y, lo que
es más grave, han terminado por politizar el Poder Judicial, cancelándole
su Independencia, que debe ser absoluta. Se impone la creación de un Tribunal
de Garantías Constitucionales y de Derechos Humanos, de manera que todo
lo relacionado a garantizar los derechos fundamentales de las personas,
sea de la exclusiva competencia de un Poder Judicial Independiente y de
una Corte integrada por magistrados probos y consagrados al derecho. El
debate sobre lo que debemos hacer mejor, debe centrarse en las demandas
de legalidad y de desarrollo para el bienestar de la sociedad paraguaya.
La globalización, esa gran ficción del mundo de la riqueza monopolizada,
no resolverá nuestros problemas de pueblo pobre. El camino de la Reforma,
no vendrá desde afuera, sino por la fuerza de un nuevo poder moral que permita
que las Instituciones de la República funcionen con eficiencia y con dignidad.
La experiencia nos indica que la globalización, ahí dónde se ha aplicado
plenamente desregulando la función del Estado, aumentó las desigualdades,
el frente de la pobreza y la tecnoestructura de la corrupción. En CONCLUSIÓN:
El problema del Paraguay es la pobreza y la corrupción; necesitamos trabajar
un nuevo modelo de país que supere esos agravios, con una política de desarrollo
que ponga en el centro de atención la pobreza y la corrupción, de manera
a crecer en el frente interno y negociar mejor con el frente externo. Todo
lo demás es discurso interesado, crematístico. La Reforma del Estado, tal
como se viene planteando, asocia dos intereses bien determinados. De un
lado la presión de esa crisis moral que dio en llamarse "Globalización de
la Economía". Y de otro lado...reducir la reforma al negocio de la venta
de las Empresas Públicas. La sociedad política, hoy sumida en una crisis
casi irreversible, debiera preocuparse más en trabajar soluciones a tantas
demandas de justicia que hoy cicatrizan el cuerpo social del pueblo Respetar,
cumplir y hacer cumplir lo dispuesto en la Constitución Nacional, es la
Reforma del Estado, que ya está formulada como un mandato Constitucional.
El camino de la Reforma, no vendrá desde afuera, sino por la fuerza de un
nuevo poder moral que permita que las Instituciones de la República funcionen
con eficiencia y con dignidad. El problema del Paraguay es la pobreza y
la corrupción. Necesitamos trabajar un nuevo modelo de país que supere esos
agravios, con una política de desarrollo que ponga en el centro de atención
la pobreza y la corrupción.
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