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...La Salud en el Paraguay:
Desafíos para los próximos 20 años.
 

Salud de las personas, salud del Estado y salud del país se corresponden. El panorama de la salud en el Paraguay es ciertamente crítico; más aún, calamitoso. Una política sanitaria en el país supone encarar los desafíos con amplitud, mucha transparencia y un proyecto a largo plazo. 
 

Esperanza Martínez.

Cuando hablamos de la salud para todos los habitantes que viven en el Paraguay, es importante entender por los menos tres aspectos del problema. 

Primero: que los indicadores de salud-enfermedad de la población, no dependen únicamente de los médicos, las enfermeras y otros trabajadores de la salud, de los hospitales, de los medicamentos, de la alta tecnología médica desarrollada en el mundo 

Segundo: que estos indicadores de salud-enfermedad tienen una gran dependencia de la situación económica social y cultural de la población. Esto significa que todo depende de los niveles y magnitud de la pobreza individual y colectiva, del acceso de la gente a una vivienda, a un ingreso familiar seguro y estable, a la educación formal para sus hijos, aun medio ambiente seguro (agua potable, eliminación de excretas, basura, control de la contaminación del medio ambiente, etc.). Sin lugar a dudas se depende también de las políticas públicas y programas de salud que prioricen y aseguren recursos suficientes y oportunos en cuanto a los problemas prioritarios de salud y obliguen a las autoridades sanitarias a que los servicios y programas funcionen con trasparencia, honestidad, calidad y eficiencia. En los países pobres gastar inadecuadamente o malversar fondos públicos de los programas sociales es todavía más inmoral y perverso y debería ser sancionado severamente.

En tercer lugar: se deben tener en cuenta las condiciones históricas en las cuales se ha desarrollado el país, ya que esto permite captar las condiciones sanitarias actuales: 

1) Un alto crecimiento de la población. El Paraguay ocupa los primeros lugares en crecimiento demográfico en Latinoamérica; 

2) Una baja cobertura sanitaria y la desigualdad en la oportunidad del acceso a los servicios. Se estima que un 30% de la población no tiene acceso a los servicios de salud. La Seguridad Social (IPS) sólo cubre un 20% de la población y la oportunidad de acceder a esos servicios no son iguales para todos los habitantes del país. No es lo mismo vivir en Asunción o en el Departamento Central que en San Pedro de Ycuamandiyú o en Canindeyú. En esto dos últimos departamentos las tasas de mortalidad infantil son el doble que en los dos primeros.

3) Los problemas de salud. Los principales problemas de salud se corresponden a enfermedades ligadas a las condiciones de pobreza y a los niveles de educación de la población: enfermedades infecto-contagiosas y transmitidas por vectores (tuberculosis, meningitis, mal de chaguas, leishmania, malaria, y actualmente el dengue, entre otras); enfermedades evitables con vacunaciones (es importante destacar aquí la falta de regularidad en la provisión de vacunas durante el año 1999 y el actual, lo cual puede romper los logros alcanzados en los últimos años); malnutrición, enfermedades ligadas a la falta de yodo, anemia, parasitosis, diarrea, enfermedades respiratorias agudas, etc. Así también, es innegable la presencia en nuestro país de otras enfermedades que caracterizan a los países ricos: enfermedades cardiovasculares, la diabetes, enfermedades crónico-degenerativas, accidentes y violencia, adicciones, cáncer, como el de cuello uterino en la mujer y el de pene en el hombre, que en el Paraguay son epidémicos . 

4) Los servicios de salud. La evaluación del funcionamiento de los Servicios permite reconocer varios problemas importantes como son la sub-utilización de la capacidad instalada tanto para la atención ambulatoria como la hospitalización; la escasa coordinación sectorial e institucional que resulta en superposición de recursos y multiplicidad de gastos, la falta de capacitación del personal de salud para la administración y gerencia de los servicios, el déficit de recursos humanos y financieros y su distribución inadecuada y la falta de focalización de los mismos para las regiones más necesitadas y entre los grupos más vulnerables socialmente.
Otros problemas a destacar son también la baja cobertura e inadecuada calidad de los servicios que señalábamos anteriormente. El insuficiente desarrollo de los programas educativos y preventivos, la mínima participación comunitaria y el proceso de descentralización en la actualidad totalmente paralizado, que no permite sustituir la vieja estructura de la organización vertical, centralizada y deficiente.
Por otra parte, el sector salud no escapa a la ineficiencia e ineficacia del sistema público, la débil capacidad de la gestión pública, el inadecuado uso de los recursos y la inequidad en la distribución de los recursos humanos, físicos y financieros. Estos factores, a su vez, están influenciados por otros que aceleran el proceso de deterioro y lo consolidan, como son la corrupción, la impunidad, la partidización de la gestión pública y el prebendarismo político .

5) La inversión en el sector de la salud. Actualmente el presupuesto del sector público utiliza el 75% de sus recursos para pago de salarios. El gasto público en salud en promedio entre los años 1996 a 1998, solo correspondió al 1,3% del PIB, uno de los más bajo de Latinoamérica. El año 1999 y el actual —es de público conocimiento—, se han caracterizado por ser los años de mayor déficit en la trasferencia de recursos al sector salud, lo que sumado a la mala utilización de los mismos, ha mantenido y mantiene a los hospitales, centros y puestos de salud prácticamente desabastecidos y en “paro técnico”, ya que no pueden brindar sus servicios a la población. En 1999, el Ministerio de Salud recibió el 54% de los recursos que le fueron asignados en el presupuesto y el Ministerio de Defensa el 94%. Al mes de octubre del 2000, el Ministerio de Salud ha recibido en los Hospitales en promedio, el 35% de sus recursos presupuestados.

El grave déficit de insumos, medicamentos, alimentos, elementos de limpieza, etc. ha motivado en estos dos años huelgas y movilizaciones gremiales y cierre de hospitales como el Hospital de Clínicas, el Hospital Nacional, el Hospital del Cáncer, Hospital Psiquiátrico, y servicios de las regiones sanitarias. Esta falta de recursos afecta la totalidad de los programas de salud y sus posibilidades de ejecución, lo cual tendrá un impacto a corto plazo sobre nuestros ya deficitarios indicadores epidemiológicos. 

Nuestros desafíos.

Lo primero que debemos recordar todos los habitantes de este país, es que la salud es un derecho fundamental y que este derecho deber ser por igual para todos los habitantes de nuestra República. Si así lo entendemos, también será fácil comprender que el desafío para el país, es el diseñar e implementar una política de Estado en salud, para los próximos 20 años, que no sea modificada por los ministros y administradores de turno o por los caudillos políticos.
Esta política de Estado debe enfocar nuestros grandes problemas sanitarios: baja cobertura e inequidad en el acceso, bajo gasto público y de inversión en salud, aumento de la cobertura de la seguridad social, modernización de los servicios públicos y de la seguridad social que significa nueva organización para la administración y gestión, control, eficiencia, transparencia, castigo a la corrupción, combate al prebendarismo y la partidización de la gestión pública. Así también, la descentralización, la focalización del gasto hacia los más pobres, la capacitación de los recursos humanos y políticas claras para el sector del medio ambiente (agua segura, letrina, cloaca, tratamiento de basura y descontaminación de recursos naturales, entre otros).
Estos son los desafíos para el futuro de nuestro país. Nos resta entender que si los mismos son responsabilidad del Estado, lo son también de las organizaciones políticas sociales y gremiales y de cada uno de nosotros. 
 
 

Los indicadores de salud-enfermedad tienen una gran dependencia de la situación económica social y cultural de la población. 
 

En los países pobres gastar inadecuadamente o malversar fondos públicos de los programas sociales es todavía más inmoral y perverso y debería ser sancionado severamente.
 

El desafío para el país es diseñar e implementar una política de Estado en salud, para los próximos 20 años, que no sea modificada por los ministros y administradores de turno o por los caudillos políticos.
 
 
 

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