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Un Guaraní reportero de guerra.

   Ha sido encontrado un documento inédito. Su valor histórico, pero también lingüístico es extraordinario, por su originalidad y por la calidad de observación y de escritura. Se trata del Diario hecho por un indio de lo que sucedió en el segundo desalojamiento de los Portugueses [de la Colonia de Sacramento] en 10 de septiembre de 1704 [hasta el 18 de marzo de 1705]. . 

  Bartomeu Melià, S.J. 


La lengua guaraní está llena de sorpresas. Una de ellas su gran aptitud para tratar de los más diferentes asuntos. Ciertamente tiene que estar en manos de quien sepa usarla con propiedad, claridad y elegancia. 
¿Cuáles eran de hecho los usos ordinarios de la lengua? A juzgar por los escritos que en ella se conservan del tiempo colonial, se ha pensado que de ella se han servido franciscanos y jesuitas casi exclusivamente para fines religiosos. 
Ciertamente cuando se hace el inventario de los escritos en guaraní producidos en las Misiones Jesuíticas y conservados en bibliotecas y archivos, vemos que la mayoría de estos escritos se relaciona muy directamente con la literatura religiosa: Catecismos, Explicación de los mismos, Sermonarios, Rituales, Confesonarios y libros de piedad. En apoyo de esta literatura están las obras propiamente lingüísticas, como son gramáticas, vocabularios y diccionarios, destinadas al aprendizaje del guaraní y su recta inteligencia por parte de los misioneros. A toda esta literatura se le puede aplicar la categoría de literatura de traducción, no solo porque en algunos casos se traducen textos europeos, sino porque traducen el universo cultural y religioso hispánico. Pero, ¿no hay nada más? Considerablemente más, por cierto.

Un diario único

En las Fuentes Documentales que conseguí inventariar antes de 1969 ya podía citar unos 19 documentos (muchos de ellos manuscritos todavía inéditos) en los que se recogen memoriales, cartas y circulares en versión bilingue. Estos documentos prueban que la lengua guaraní era un instrumento de uso ordinario en la vida política. 
Quiero ahora dar a conocer un extraordinario documento que estuvo en un archivo particular y que nunca que yo sepa fue ni siquiera citado; me fue arrimado por el Sr. Alejandro Larguía, de Posadas, a fin de que fuera traducido y de esta manera pasar al dominio público. Es lo que hago en esta ocasión. El título de este manuscrito de 52 páginas es Diario hecho por un indio de lo que sucedió en el segundo desalojamiento de los portugueses el 10 de setiembre de 1704.
El documento se presenta con una escritura prolija y esmerada, propia de aquellos secretarios de los pueblos guaraní-jesuíticos, que eran avezados pendolistas. 
Este diario como reza su título es la crónica de la expedición que los indios guaraníes hicieron hasta la Colonia de Sacramento, en el actual Uruguay, entonces en poder de los portugueses.

Los Guaraníes van a la guerra

El Rey de España en abril de 1704 declaraba la guerra al Rey de Portugal, al Archiduque Carlos de Austria y a sus aliados. En consecuencia se dio la orden de atacar la Colonia del Sacramento y apoderarse de ella, desalojándola de portugueses. 
Se movilizaron unos 4.000 Guaraníes de las Misiones y nos 700 españoles procedentes sobre todo de Santa Fe, Corrientes, Córdoba y Tucumán. El cerco de la Colonia del Sacramento duró de noviembre de 1704 hasta el 15 de marzo de 1705, cuando los portugueses no pudiendo resistir más, desalojaron la plaza, no sin antes arrasar, quemar y destruir todo lo que pudiera ser de provecho. No me voy a detener en la importancia estratégica que tenía la Colonia del Sacramento para los portugueses y la necesidad que tenía Buenos Aires de verse libre de tan molesto vecino y centro de contrabando. No pretendo tampoco hacer la historia de este episodio de guerra ni ocuparme de gran significado geopolítico. Varios historiadores ya se ocuparon de ello.

Un Guaraní reportero de guerra

Es el Diario de ese indio anónimo, el que tiene en sí un extraordinario valor. Se trataría del primer reportero de guerra en la lengua guaraní; un fenómeno único y que prácticamente nunca se ha repetido, ni en la guerra grande contra la Triple Alianza y ni siquiera en la del Chaco. Tenemos de esas guerras muchos documentos, pero ninguno de ellos fue redactado en guaraní, aunque es bien conocido que esa lengua era el medio ordinario de comunicación no sólo de la tropa sino también de los mandos oficiales. Por eso el Diario de ese indio guaraní tiene todavía más relevancia.
El título de “diario” responde cabalmente a su sentido propio que es el de ser “relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día”. El diario lo ha llevado el indio Guaraní con una escrupulosidad y una constancia extraordinarias. Día a día ha notado por escrito percances pequeños y grandes, con unas dotes de observación, pero también de organización de los sucesos, que es lo que se desea ver en un buen periodista. Día a día el reportero guaraní da cuenta de lo más relevante: del movimiento de los ejércitos, en tierra y por mar; de la actividad de la artillería —y cuenta con escrupulosidad los tiros diarios de cañones y de arcabuces—; de los trabajos en las trincheras; de los ataques a las naves por ambos lados y las brechas abiertas en las propias murallas de la Colonia. Pero, a la manera de un cronista clásico, se hace eco también de las consultas entre los militares, de las arengas dirigidas a los combatientes; de las mañas de los portugueses para ganar tiempo. Su estilo preciso y detallado, a fuer de un tanto ingenuo, nos sorprende por su autenticidad y veracidad, que no siempre se encuentra en otros relatos de mismo género, en los cuales suele haber demasiado complacencia para la causa propia. Las cartas, certificaciones y relatos hechos por los oficiales y autoridades españolas, que se refieren a los mismos episodios, y que podemos leer en la Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay (tomo V, Madrid 1933) tienen por cierto otro tono y se expresan con otro estilo. Sin el Diario del indio se tendría una visión bastante externa de los mismos episodios. Pero sobre todo estaríamos privados de una pieza original de literatura guaraní en la cual está presente no solo un buen escritor y un excelente periodista, sino un indígena y su reacción frente a esas guerras coloniales. Sólo se dará otra coyuntura análoga, motivo también de un amplio cuerpo de documentos en guaraní, durante la llamada Guerra Guaranítica, en la que los indios tuvieron que rebelarse contra las injustas y absurdas pretensiones de las Coronas de España y Portugal de que los Guaraníes de las Misiones abandonaran sus tierras y pueblos.
Pero más que mis comentarios será lo más elocuente el presentar en su traducción algunos fragmentos de ese Diario. que espero confirmen lo dicho con algunos ejemplos. 
La tal crónica o reportaje comienza con estas palabras: 

El Año de 1704. A 1º de septiembre pype Corpusyguára os? guetãhegui Guarinihápe ohóvo. A 12 de septiembre pype ojese’a tetã ambueygua tetirõ rehe Aguapey Mir‡me S. Carlos rovake. 
El año de 1704. a 1º de septiembre, la gente de Corpus salió de su propio pueblo yendo a la guerra. El 12 de Setiembre se juntaron con todos los de los otros pueblos en el Aguapey Miri en frente de San Carlos.

Y sigue el relato en el que no falta anécdotas con detalles curiosos y cierta ingenuidad. Así el día 14 de octubre anota:

El 14 de octubre los indios Guaraníes llegaron a una serie de islas; y allí también los del Uruguay. Allí, al contarse juntos los indios que habían muerto por el camino, resultaron ser seis: de Concepción murieron cuatro cuando su balsa chocó contra una piedra en un salto; de Santiago murió uno, mordido por un perro; uno de San Lorenzo murió desnucado cuando al enlazar una vaca el caballo tropezó y cayó; allí los indios se entretuvieron ocho días hasta que no hubieron hecho pasar todos los caballos.

El 1º de noviembre comenzaron propiamente las hostilidades y los tiroteos.

El primero de noviembre proseguimos camino a San Gabriel, llegando de tarde. Los españoles ya estaban todos allí; y allí lo primero que vieron fue a tres españoles lastimados; uno tenía el hueso de la pierna quebrado; otro se arrastraba apenas sobre el trasero; otro de la misma manera, pero de más consideración; después lo llevaron a Buenos Aires; (...) allí siendo ya oscuro la gente se desplazó; y de noche escucharon por primera vez cuatro disparos de cañón; el tercer tiro quebró el horcón del toldo del Padre Juan de Anaya mientras estaba durmiendo, que casi lo mata; también los indios que estaban durmiendo y que a su vez también lo oyeron, quedaron grandemente asustados; después, en el primer amanecer los indios todos juntos se dirigieron a un lugar conocido, puestos en hilera y también gritando; por eso los portugueses no hicieron otros daños; se callaron no más. 
El tres de noviembre, lunes, los portugueses que estaban en el navío dispararon una vez contra nuestros españoles . Al anochecer los portugueses que estaban en tierra dispararon contra los indios 3 veces; bien amanecido, dos.

Con una meticulosidad rayana en obsesión el indio periodista lleva cuenta de los disparos y detonaciones de los cañones y arcabuces.

El 4 de noviembre, martes, bien amanecido, durante la misa del Padre, hubo 3 disparos. Después, durante todo el día detonaron 12 tiros hacia donde estaba la guardia de los españoles. En aquel día también mientras la guardia de los portugueses dormía, nuestros españoles fueron y agarraron por sorpresa los caballos y los trajeron; y estando ya lejos sus propios montados y caballos, se despertaron y dispararon otra vez tres tiros de cañón, pero lo mismo no hubo daño, gracias a Dios; después los portugueses del navío dispararon 6 tiros contra los indios que estaban en su mira. (...) Ya de tarde, murió un español natural de Córdoba que estaba enfermo por un golpe de sol, y después ya bien entrada la tarde, los portugueses salieron afuera; y ahí profiriendo injurias, levantan dos banderas blancas, primero levantan la grande y después la pequeña. Después, de noche, dispararon 3 cañonazos; y en habiendo amanecido, 2. 

Como lo haría un escritor clásico nuestro Guaraní no sólo relata hechos sino que reporta también los propósitos vertidos en una especie de consejo de guerra:

Aquel día (era el 5 de noviembre) se empiezan las trincheras. Aquel día también el Gobernador convoca a todos los capitanes de los españoles preguntándoles, uno a uno su voluntad, y algunos respondiendo a su vez a la palabra del gobernador, esto dicen: lo que es yo -dice uno-, vine solamente queriendo cumplir la palabra del Rey; y otro dice: estaré cumpliendo lo que tú mandes; y otro; al mismo punto en que escuche tu palabra la cumpliré; si dices vamos a guerrear, lo cumpliré con presteza; otro: entremos luego no más, no nos atardemos más aquí, que sea reducida a cenizas esta desgraciada maldita ciudad; y otro dice así: ataquemos primero a cañonazos, dice, entonces por ventura se amedrentan, dice pues; después con los cañones de los navíos y los de tierra también haremos frente hiriendo, dice pues; por ventura saldrán y cuando salgan los hijos de los Padres (los indios de las Reducciones) se reirán de ellos (los jugarán)... 

Nuestro periodista describe una de las simulaciones de los portugueses que hacían parte de su estrategia.

A 7 de noviembre, viernes, los portugueses estaban furiosísimos porque los habían hecho retroceder; por eso, durante la Misa del Padre, dispararon contra la nave capitana, hasta 24 tiros. En siendo oscuro contra los 300 Guaraníes que hacían la trinchera les dispararon los portugueses 41 tiros. También ya oscuro los indios y también los españoles se fueron acercando al simulacro de castillo, obra de los Portugueses; ¡no era sino que los Portugueses habían hecho esa especie de Castillo solamente para engañar!; ahí están todo el día de ordinario; ahí solamente hacen ruido con los arcabuces; pero de noche lo cierto es que había sido que entraban todos en su plaza; allí dejan solamente sus propias figuras y espantajos de cuero, y les ponen sombreros en la cabeza, y en una y otra mano un arcabuz, hasta un simulacro de cañón ponen ahí. Al darse cuenta de eso los indios fueron a por ellos y se llevaron los sombreros que estaban en las cabezas de los espantajos, así como se llevaron todos los alfanjes y arcabuces, pero no era buenos para nada esos que los indios llevaron; eran cosas estropeadas. 

18 de nov. El sábado los de Corpus fueron a hacer la trinchera.

Estando es eso, los Portugueses les dispararon 48 tiros. Después del toque de arrodillarse (oración de la tarde) fueron llevados a descansar. Los de Candelaria fueron a substituirlos; y al ser llevados no hubo problema; Aquel mismo día llegó el que había ido a la vaquería el Sargento Mayor de S. Carlos, Alejandro Aguayú... Aquella noche se nubló y llovió; fue por eso al parecer que los Portugueses no hicieron ni un disparo de cañón.
19 de nov. El domingo de mañana, acabada la misa del Padre, los Portugueses hicieron 8 disparos. Aquel día el Pa’i Hno. José estaba rezando a la orilla del mar. Entonces los Portugueses le dispararon, pero los tiros cayeron cerca de él, a veces a su lado, a veces delante, pero, porque Dios no quiso, no sufrió daño. Después, estando descansando el Padre, dispararon una vez. Aquel día, que venga el Padre a misear (a decirnos la misa) para nosotros, dicen los Portugueses a los Españoles de la Guardia; los Guaraníes quieren arruinar nuestro lugar, dicen los Portugueses hablando entre sí, al ver la trinchera que ha sido hecha. 

La victoria guaraní

Finaliza el año 1704 y en 1705 continúan todavía las batallas y escaramuzas, intentos de capitulación y breves treguas. Para los portugueses la situación se hacía insostenible. Sin embargo, la resistencia se prolongó todavía durante meses. El final es contado con sencillez y austeridad expresiva.

A 15 de marzo, domingo, no hubo nada; ni siquiera el cañón los portugueses hacen detonar más.
A 16 de marzo, lunes, los portugueses van saliendo de su ciudad, dirigiéndose al mar; entonces los Guaraníes van luego todos a destruir la plaza abandonada.
A 17 de marzo, martes, los portugueses se fueron del todo de su lugar en medio del mar, desapareciendo finalmente de la vista de los Guaraníes.
Los Guaraníes fueron despedidos inmediatamente para volver a sus pueblos de origen. Nuestro reportero registra los muertos y heridos.
Los españoles que murieron fueron 10.
Los indios del Paraná que murieron fueron 33.
Los indios del Uruguay que murieron fueron 37.
Los que murieron después daños sufridos solamente se contaron 14; otros no se contaron.

Llegaron a sus pueblos a mediados de abril. Llevaron incluso los huesos de dos que habían muerto en el campo de batalla. 
Aparte de la exactitud y autenticidad de los datos y noticias registrados, ese reportero guaraní debe ser tenido como buen escritor y modelo de periodismo por la capacidad de observación y la calidad de su prosa.
 
 

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