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EL COLOR  “JOVEN”

“Eran las 8,30 de la mañana, el día de la marcha para pedir el boleto estudiantil, y estaba en la plaza de la Democracia. Había allí, en aquellos momentos, seis periodistas con sus cámaras y varias decenas de jóvenes. Media hora después, a las 9 en punto, llenaban la plaza de la Democracia 10.000 jóvenes de todos los colegios y apenas si me fue posible distinguir entre aquella muchedumbre a algunos de los colegas periodistas. Eran minoría y pasaban casi totalmente desapercibidos. Aquello era como un ejemplo de lo que pronto ocurrirá en el Paraguay”..

Francisco de Paula Oliva s.j.


Una pregunta inquietante

Es la que más veces me la han hecho en los últimos tiempos. “¿Qué solución tenemos?”. También es la que más me hace sufrir. Porque  lo malo no es que estemos mal. Lo peor es que no sepamos cómo salir del pozo en el que estamos sepultados.

Una respuesta indicadora

Mi respuesta siempre despierta estupefacción. Estoy convencido de que la situación actual tan desastrosa va a tener solución. Sólo que no la puedo expresar en una receta. Solamente encuentro una fórmula que se refiere a la fuerza cuantitativa y expansiva de una generación. Y todo esto, todavía, sigue siendo sumamente abstracto.

Las estadísticas marcan una tendencia

En el Paraguay no son muy fiables las estadísticas. Sin embargo, contrastadas, nos pueden señalar un camino.
El Tribunal de Justicia Electoral está preocupado porque en la actualidad existen 400.000 jóvenes, mayores de 18 años, que no están inscritos en el Censo Electoral. Cantidad, que además se irá acrecentando en ritmo anualmente creciente, y que es tan grande que puede desequilibrar cualquier plan electoral de cualquier partido político por grande que este sea.
La salud en el Paraguay está preocupada porque de los 700.000 niños menores de 4 años existentes, 250.000 de ellos padecen desnutrición en diversos grados. Dato preocupante por lo que significa de freno en el desarrollo mental de tantos niños y en la posibilidad de recibir sin defensas múltiples enfermedades. Y conste que muchos miles de niños mueren ya antes prematuramente. 
Algún operador político me decía asustado que para las elecciones generales del año 2.003, el 75% de los votantes tendrían menos de 35 años. Personalmente considero este dato un poco inflado, pero con los otros, y dentro de su inexactitud, nos muestran una tendencia clara: dentro de muy poco la juventud será una mayoría absoluta. Los adultos ya podemos empeñarnos en hacer planes para el futuro. Está muy bien. Pero será la mayoría aplastante de los jóvenes los que impondrán su parecer en el futuro. Y cuando hablo del futuro me estoy refiriendo a algo que ya comienza mañana. Y que, todavía, añade algo más inquietante: ¿esta juventud que se impondrá mayoritariamente por la fuerza cuantitativa de su generación, será mejor o peor que nosotros los adultos?.

Una esperanza condicionada

Acostumbrados a señalar las influencias partidarias con los colores, ya es hora de que nos vayamos acostumbrando a lo que va a ser lo mayoritario: “el color joven”.
Un color nuevo, pero contundente. Y que no va a coincidir con lo que hubiera sido el color joven de las generaciones anteriores. Algunos adultos que me han escuchado decir estas cosas, comentaron: “Todo esto es porque el joven, como nosotros, siempre es idealista”. Al escucharles me dio la impresión de que no habían entendido nada. Y tuve que responderles “Yo no sé si los que hoy son niños, cuando lleguen a jóvenes serán idealistas o no. Lo que presiento con una certeza intuitiva es que serán de una manera muy distinta”.
Un “color joven” que deseo infinitamente que no esté ya contaminado por la influencia de los modelos adultos que le rodean. Aunque también temo, en ocasiones, que esto pueda ocurrir.

Un compromiso urgente

Los adultos de hoy, ante esta mayoritaria juventud y para ayudar a que sea mejor que nosotros, tenemos por delante un grave compromiso. 
Escribí antes que había dos cosas que me causaban tristeza. El estado de crisis suprema en el que estamos. También el que no encontremos salida a ella. Existe una tercera causa todavía mayor de tristeza, si se diera: que estando tan mal nuestra Patria paraguaya y encontrando un cauce de salida, este no fuera actuante, precisamente por la apatía, la falta de valores, la inoperancia o el egoísmo de quienes tenemos la posibilidad de ayudar a crecer bien a esta maravillosa juventud.
Y este compromiso abarca a todos. A las Iglesias. A las familias. A los educadores. A los partidos. Y si algo me quita en estos días el sueño es el constatar que en este campo seguimos rezagados.

Y la plaza se llenó de juventud

Y marcharon aquel viernes de mañana ordenadamente. Sin dejar huellas de papeles o de botellas vacías. Sin violencia de ninguna clase y con una gran alegría. Hasta la misma policía y las fuerzas de choque estaban admiradas. Nunca habían visto una marcha tan ordenada, tan alegre, y tan joven. Hasta luego en el despacho del Ministro de Obras Públicas y Transporte supieron discutir serenamente de respetuosamente pero de igual a igual con el titular de la cartera. Y consiguieron lo que querían: el boleto estudiantil a mitad de precio. Aquello era un ejemplo de lo que pronto ocurrirá en el Paraguay. Entonces “marzo paraguayo” habrá florecido como el tajy. Y tendremos futuro, desde hoy.

Dentro de muy poco la juventud será una mayoría absoluta. Los adultos ya podemos empeñarnos en hacer planes para el futuro. Está muy bien. Pero será la mayoría aplastante de los jóvenes los que impondrán su parecer en el futuro.
 
 
 
 
 
 
 
 

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