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FF.AA., reducir o morir
 Oscar Ayala Bogarín
La reestructuración de las Fuerzas Armadas de nuestro país debe pasar inexorablemente por la definición de su rol dentro del nuevo contexto de la globalización regional, la evaluación de las hipótesis de conflicto, la reducción de su estructura y la disminución del número de efectivos.
Eludir el estudio y la implementación de estos pasos y plantearse a corto plazo la eliminación de esta institución sería una actitud poco prudente y una aspiración utópica que chocará con factores políticos y sociológicos muy enraizados en la sociedad, que lo único que conseguirá será postergar los cambios requeridos.
Por consiguiente, se impone un análisis y un debate racional, carente de radicalidad, que permita la estructuración de unas Fuerzas Armadas acordes a las necesidades y la potencialidad del país. Una discusión que deje en claro que los recursos del Estado -escasos en estos tiempos- deben ser destinados al desarrollo, específicamente salud y educación, y no a sectores cuyas estructuras, por obsoletas, se constituyen en un contrasentido.
Un hecho innegable es la necesidad de encarar en breve la reforma castrense de manera a encausar una verdadera institucionalización y evitar los sobresaltos que generan las periódicas crisis militares, o la aparición de líderes mesiánicos.

Continúa simbiosis FFAA-partido colorado
En ese sentido, la deuda de la clase política es grande, considerando que, desde el inicio de la transición, en 1989, poco se ha avanzado en materia de adecuar la estructura militar a la nueva realidad socio-política. Los proyectos de leyes en ese campo son desempolvados cada tanto para finalmente volver a las gavetas parlamentarias, a dormir el sueño de los justos.
Es innegable que han habido avances en materia de institucionalización y subordinación del estamento castrense a la civilidad. La antigua omnipotencia e impunidad de los militares ha cedido terreno. La Constitución de 1992 permitió romper algunos de los prejuicios, desechó perniciosos principios como la obediencia debida y consagró instituciones como la objeción de conciencia.
No obstante, existen indicios de que los militares siguen sujetos al vaivén político y continúa la simbiosis entre las Fuerzas Armadas y el Partido Colorado. Un matrimonio incestuoso, al decir del analista militar Carlos Martini.
Basta con recurrir a los números y al uso de las tecnologías en los ejércitos del Mercosur para exigir el sinceramiento de nuestras Fuerzas Armadas en cuanto al papel que deben cumplir en el contexto regional. Ante el contraste de potencialidades, es irracional seguir pensando en unas Fuerzas Armadas estructuradas exclusivamente para la defensa nacional en el siglo XXI, con equipos y armamentos del siglo XIX.

Efectivos especializados
Las Fuerzas Armadas paraguayas del nuevo milenio deben ser estructuradas básicamente para acciones antiterroristas, operaciones internacionales de mantenimiento de paz o acciones humanitarias. Deben tener la preparación y capacidad para integrarse a fuerzas multinacionales. Esto requiere de unidades operativas de acción rápida y altamente especializadas.
Indudablemente no se pueden descartar futuros conflictos regionales. De hecho, en medio de tanta globalización e integración económica, persisten numerosos conflictos de límites en nuestra propia Latinoamérica, que han llevado al enfrentamiento armado a países como Perú y Ecuador.
Ante la posibilidad de que se produzcan enfrentamientos armados, se deben buscar factores disuasivos distintos al de las armas, como por ejemplo la diplomacia. Debemos ser realistas y reconocer que la obsolescencia de nuestro equipamiento militar, la carencia de organismos eficientes de inteligencia y la falta de preparación de la mayoría del personal hacen improbable un éxito en el campo armado.
Es más probable obtener victorias a través de la acción de la diplomacia. Por ello la reforma militar debe ir aparejada de una potenciación de la diplomacia.
La reticencia existente dentro las Fuerzas Armadas a su reducción y modernización irá generando mayor resistencia en la población hacia esta institución. Las carencias sociales son factores poderosos para borrar o sepultar las glorias acumuladas por la milicia a lo largo de sus más de cien años de historia.
 

Medios básicos de Defensa (*)
 
Argentina
Brasil
Chile
Paraguay
Uruguay
TOTAL
Aviones de comb. 
97
233
95
12
24
461
Tanques
513
815
533
22
107
1.990
Piezas de Art.
219
490
292
21
53
1.075
Helicóp. de asalto 
35
36
12
1
-
84
Tropas
15.000 
141.700
28.600
7.000
10.295
202.595
Buques principales
13
19
8
-
3
43
Submarinos
3
6
6
-
-
15
(*) Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
 

(Material complementario)

Leyes castrenses, una deuda del Congreso
En el Congreso Nacional se encuentran pendientes de estudio y sanción los proyectos de leyes siguientes: el de Defensa Nacional y Seguridad, que establece el marco doctrinario de la milicia en la actual coyuntura sociopolítica; y el de Organización General de las Fuerzas Armadas, que define la estructura organizacional. La legislación que ya fue aprobada es la del Estatuto del Personal Militar, que establece los derechos y obligaciones de los efectivos castrenses. Estas legislaciones vendrán a ser como el cimiento y el esqueleto de las Fuerzas Armadas que se pretenden.
También deben ser reglamentadas las leyes que regulan el Servicio Militar Obligatorio (SMO), la Objeción de Conciencia y la Justicia Militar. Muchos de estos proyectos aguardan su aprobación desde el año 1993.
El proyecto que ha generado mayor debate es el de Organización General de las Fuerzas Armadas, teniendo en cuenta que es el que definirá la influencia civil en la milicia, así como la estructuración y distribución geográfica de las diferentes unidades. De esta legislación dependerá el achicamiento de la burocracia y del aparato militar.
El traslado de las divisiones y los regimientos de Caballería a diferentes puntos del país luego de la intentona golpista del 18 de mayo facilitará sobremanera la reorganización, teniendo en cuenta que era uno de los puntos conflictivos en la mencionada legislación.
No obstante, todavía hay mucho camino por andar, considerando que numerosas otras unidades militares siguen rodeando a la capital, ejerciendo una indebida presión política.
En segundo lugar, se debe eliminar la superestructura actual que no condice con el personal existente. Los cuerpos de Ejército (tres en total) ya no obedecen a una configuración moderna y menos aún a los requerimientos y los recursos del país.

Se impone un análisis y un debate racional, carente de radicalidad, que permita la estructuración de unas Fuerzas Armadas acordes a las necesidades y la potencialidad del país.
 

Las Fuerzas Armadas paraguayas del nuevo milenio deben ser estructuradas básicamente para acciones antiterroristas, operaciones internacionales de mantenimiento de paz o acciones humanitarias.

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