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...¿Qué hacer o cómo hacer?

La pregunta que se escucha constantemente es qué actividades realizar para mejorar la situación personal y del país. Por momentos parecería que con esta pregunta se busca la receta mágica para solucionar de la noche a la mañana, los problemas. Por otro lado, esta pregunta desnuda la falta de visualización de alternativas para superar el atraso y la pobreza. Este artículo pretende demostrar que la pregunta del cómo hacer es tal vez, tan importante o más importante que el qué hacer

Gladys Benegas
 

Según los pronósticos, el 2000 será un año de recuperación de la economía latinoamericana, esperándose un crecimiento promedio del 3-4% del PIB, luego de la recesión de 1999, donde se obtuvo el peor desempeño de la década de los noventa. Este pronóstico alentador para América Latina, en su conjunto, no se extiende para el Paraguay, donde se espera resultados magros, debido principalmente al insuficiente desempeño agrícola. El sector industrial no ha generado, todavía, un dinamismo propio que permita acelerar el crecimiento de la economía paraguaya en el corto y mediano plazo. 

Ante esta situación, la alternativa de crecimiento sigue ligada al desempeño agrícola, que también debe generar los insumos para el desarrollo industrial. En el Paraguay existen numerosas fábricas que hoy día están ociosas porque no cuentan con materia prima suficiente para procesar y garantizar a los compradores una entrega continua de productos. Por ello, el cómo producir en cantidad y calidad se constituye en el meollo de la problemática, cualquiera sea el producto. 

La economía paraguaya se basa en dos cultivos principales: la soja y el algodón, que representan alrededor del 70% de las exportaciones registradas. Un aspecto interesante en estos cultivos es la diferencia de ingresos entre los productores de soja y algodón. La productividad del sector algodonero se encuentra en decadencia mientras que la del sojero es floreciente. El sector algodonero se encuentra altamente fragmentado, lo cual dificulta que se puedan obtener los beneficios de economía de escala, que no es otra cosa que un mayor beneficio por hectárea cultivada. El sector sojero, en cambio, muestra una acción colectiva. Ejemplo de ello son las cooperativas ubicadas en el sur del país y en el Chaco. El campesino paraguayo no avanza porque se encuentra desvinculado de los proveedores de insumos y de los comercializadores, lo cual hace que los intermediarios perciban la mayor parte de los beneficios. 

Una solución al problema está dada por la agrupación de productores en cooperativas o asociaciones de productores. Las cooperativas pueden permitir substituir a los intermediarios locales (acopiadores) y asimismo, abrir cadenas de comercio y exportación, al mismo tiempo que facilita el proceso de aprendizaje de nuevas técnicas de producción y comercialización. En realidad, las cooperativas no son otra cosa que redes de cooperación, o clusters. Estas formaciones son fundamentales para competir en la economía del nuevo milenio. La unidad económica que garantiza el éxito es la red, y no las empresas individuales. Esta situación implica un cambio de visión y de conducta muy importante en todos los actores. 

La unidad económica que garantiza el éxito es la red, y no las empresas individuales. Esta situación implica un cambio de visión y de conducta muy importante en todos los actores.

En primer lugar en el agricultor que debe aprender a trabajar en forma mancomunada y disciplinada. Esto es muy importante, teniendo en cuenta que, en la mayoría de los casos, los paraguayos tienden a trabajar en forma independiente o si trabaja en conjunto lo hace para un proyecto temporal (esto no significa que no trabaja en conjunto -las mingas son una prueba- sino que no es la norma). Trabajar en equipo significa buscar consensos y no simplemente actuar en forma autoritaria, ser el pelota yará, donde si no gusta lo que sucede, se abandona el juego y se crean otros grupos y otros grupos, y otros grupos, dispersando esfuerzos y recursos escasos. “Mejor me retiro, vivo tranquilo, para qué complicarse”. Las diferencias entre los miembros de grupo generan pasividad antes que un compromiso con el cambio. La búsqueda del bien común pasa por negociaciones continuas de intereses comunes.

En segundo lugar, se encuentra la cooperativa y el proceso de institucionalización, y de transparencia. En no pocos casos se han detectado situaciones irregulares en las cooperativas y asociaciones de productores, lo cual tampoco ayuda a generar un clima de confianza en la acción grupal. El éxito de las cooperativas del sur y del Chaco están basadas en la transparencia de gestión de sus líderes. 

En tercer lugar, el rol del Estado se transforma desde un proveedor de insumos y semillas, a otro que facilita la labor de los productores, modificando los burocráticos procedimientos vigentes por otros más ágiles, construyendo infraestructura adecuada para facilitar y abaratar la salida de los productos; en otras palabras, ayudar a reducir el costo de los productores de modo que puedan colocar sus productos en forma competitiva en el mercado doméstico y regional. 

De esta manera, el crecimiento de la productividad de la economía paraguaya pasa necesariamente por aprender a trabajar en equipo, formando asociaciones y redes. La transparencia dentro del sistema es fundamental para generar el compromiso.
 

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