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...¿ALTERNATIVAS IMPOSIBLES?

"Dicen  que hemos faltado a nuestra cita con la Historia, y hay que reconocer que nosotros llegamos tarde a todas las citas. Tampoco hemos podido tomar el poder, y la verdad es que a veces nos perdemos por el camino o nos equivocamos de dirección, y después nos echamos un largo discurso sobre el tema...pero todavía no hemos perdido nuestra manía de andar soñando despiertos y chocándonos con todo, y cierta tendencia a la resurrección inexplicable."
Eduardo Galeano
 

Margot Bremer rscj
 

Si pudimos, podemos ha sido el lema del primer aniversario del marzo paraguayo. Expresa la fuerza que tiene la memoria histórica al reavivar los comienzos de un nuevo camino iniciado. La experiencia del año pasado se deja sintetizar con la palabra de José Carlos Rodríguez: "Contra la muerte, hemos nacido de nuevo, como colectividad, hijos de nuestro coraje" (1).  
Esperábamos algo distinto del que habíamos confiado la nueva presidencia y frente a esta decepción debemos preguntarnos: ¿hemos continuado durante el año como hijos de nuestro coraje, con esta conciencia ciudadana recién nacida? ¿Cuánto hubiera cambiado si hubiésemos actuado durante todo el año con la misma firmeza de la plaza en 99, conscientes de que la legitimidad de los Poderes del Estado depende de nosotros? ¿Qué nos impedía continuar con el coraje? Existían tantas urgencias inmediatas que no había lugar ni tiempo para elaborar un proyecto alternativo de gobierno que presentar. La memoria de los siete jóvenes que dieron su vida nos recuerda que también nosotros/as estuvimos dispuestos a dar nuestra vida por la democracia. Esta memoria nos desafía a tomar en serio el marzo del 99 como punto de partida, como raíz, de una nueva etapa en la historia paraguaya.
Un paso concreto hacia su concreción nos sugiere Milda Rivarola al proponer buscar un "denominador común que nos una" y ve la necesidad que hombres y mujeres de "condiciones, historias e intereses extremadamente diversos, puedan encontrarse  en igualdad, consensuar reivindicaciones comunes y pelear colectivamente…” (2). Esta alternativa la hemos experimentado en la plaza en marzo 99 cuando los distintos sectores aportaban su servicio específico hermanándose por la causa común en solidaridad, sangre y lágrimas. También este año, el 24 de marzo, se coordinaron más de cien diferentes entidades como sindicatos, ONGs movimientos por la misma causa, desde la diversidad, en la marcha del poder ciudadano.

1. La conciencia de ciudadanía no es una mera cuestión “mundana” sino sumamente cristiana. La Biblia nos presenta transversalmente a un Dios con una única pasión: la vida de su pueblo. Un pueblo que se distingue de las demás naciones por un gran sentido comunitario, es decir por una justicia que respeta, dentro de una gran diversidad, la equidad de dignidad en la diversidad, unidos en un proyecto común. Un pueblo que se compone de doce diferentes culturas (doce tribus) con la misión de autogobernarse según su proyecto alternativo al de los sistemas faraónicos que les rodean.
 
2. Hasta hoy nos fascinan aquellos hebreos que resistieron atrevida y sorprendentemente a la opresión inflingida por los egipcios. Pues, en la misma medida en que el faraón les oprimía, éstos crecían y se extendían por todas partes (Ex 1,12). ¡Qué audacia de lanzar una señal de vida frente a la amenaza de muerte!. Es una alternativa provocativa en sí. 
Ese momento les da la conciencia de fundar un pueblo alternativo: el pueblo de Israel. La memoria de aquel momento histórico ha tenido suficiente fuerza para evocar -mediante relecturas- continuamente nuevas refundaciones. Se trata de una alternativa inédita: frente a un procedimiento que reduce la "vida bella" a una existencia infrahumana, los afectados reaccionan con una señal de crecimiento de vida. Algo parecido es lo que ocurrió el año pasado en la plaza cuando frente a las balas asesinas de los oviedistas, los diferentes sectores de la población reaccionaron con una solidaridad desbordante que aumentaba las ganas de vivir y de perderla por la causa común. Estos momentos revelan la presencia de un Dios de la Vida. Y a este Dios aquellos esclavos hebreos dirigieron su clamor así como nosotros lo hicimos el año pasado. 
"Clamor" es la "queja del pueblo contra la injustia" (3). Está surgiendo de lo más hondo de la conciencia humana como "hambre y sed de justicia" (Mt 5,6). Esta clase de clamor siempre llega al Dios de la Vida (cf. Ex 2,23); desencadenando en él reacciones múltiples: "Yavé oyó, se acordó (de su alianza), miró y reconoció" (vv. 24-25). Son verbos de acción y de interiorización frente al sufrimiento de los excluídos de la vida. El clamor ha llegado hasta el mismo corazón de Dios y ha tocado sus entrañas divinas (py’a); revela la estructura fundamental del amor de un Dios quien quiere que su pueblo viva (Ez 16,6): esta reacción es el Principio de Misericordia de Dios (4). Con este principio se revela a su pueblo históricamente como un Dios de justicia. La misericordia de Dios corre siempre como sangre de la herida de su pueblo.
El pueblo que nació gracias a esta primera manifestación del principio Misericordia de Dios, tuvo la misión de reproducirlo en la historia a través de su convivencia. Testimoniando a otras naciones la "luz" de una convivencia alternativa, es una manera de renovarse en su principio. Pues su difícil práctica da auténtica humanidad a la vez que semejanza al Dios de la Vida.

3. Este principio Misericordia de Dios se ha hecho carne y hueso en Jesús de Nazareth. 
"El Principio de la Vida de Jesús es la Misericordia" dice Jon Sobrino (5). Quizás parece extraño dar hoy prioridad a esta característica de Jesús; ya que por misericordia solemos entender un difuso sentimiento de compasión. El Principio Misericordia de Jesús (6), sin embargo, parece tener toda una estructura. El mismo, al buscar a su Padre en la historia de su pueblo, descubrió la estructura de su presencia en situaciones límites. Frente a todos los sueños rotos del pueblo, su presencia de Misericordia había generado audaces alternativas populares.  
Jesús mismo había actuado según este Principio, con el resultado de haber suscitado iniciativas nuevas en el pueblo. Muchos enfermos y pobres le han implorado su misericordia; y él la tuvo, devolviéndoles salud, vida, posibilidad de rehacer su vida, de buscar alternativas a la vida anterior. 
En la parábola del "Hijo Pródigo", la certeza de la Misericordia del padre impulsó al hijo dar un cambio a su vida, volver a casa y recomenzar desde abajo. 
Una de las parábolas más impactantes sobre la misericordia es la del buen samaritano (Lc 10). El herido en el camino, explotado y golpeado por asaltantes, se deja comparar con el pueblo. Pasaron unos responsables del pueblo, preocupados de lo suyo, sin querer ver al "otro". Pasó un forastero sin responsabilidad con aquel pueblo, fijó la vista en él y reaccionó con responsabilidad humana. El sufrimiento del expoliado y golpeado se hizo parte suya y se convirtió en principio de actuación, posibilitándole vida nueva. La inmisericordia, sin embargo, deja al herido en la misma situación de muerte. Solamente la misericordia ofrece una alternativa al sufriente. Las personas que habían pasado anterior al samaritano, no demostraban ningún apego al otro(rahamim), más bien un des-apego, una des-preocupación, un des-interés total.
Jesús ha demostrado con su vida que la misericordia es la raíz de todo lo humano. Sin este principio no hay ni humanidad ni divinidad. El mismo ha sido fiel a este Principio durante toda la vida: cuando descubre en la sinagoga a un hombre con la mano atrofiada, él la cura aún siendo día sábado. Él santifica este día eliminando el sufrimiento. Por el principio misericordia devuelve vida a lo que está muerto: es la alternativa de Jesús a una ley que protege el sufrimiento y la muerte: "¿Qué está permitido hacer en día sábado: el bien o el mal? ¿salvar a una persona o matarla?" (Mc 3,4).  
La práctica de misericordia es la alternativa de Jesús para honrar al Dios de la Vida frente a una ley indiferente al sufrimiento. Sin embargo, los otros, cuya "dureza de corazón"(v.6) dolía tanto a Jesús, no quieren reconocer en él este Principio de restaurar, regenerar y renovar vida como obra de Dios. Y esa in-misericordia les lleva a destruir y destrozar la vida de El (Mc 3,6).

4. Jesús también sufre por su pueblo, abandonado por el gobierno. Sus "pastores", Herodes y el Sanhedrín, están más preocupados por los ritos de su comida que por la comida del pueblo. Jesús hace suyo el sufrimiento causado por este abandono: "sintió misericordia de ellos" (Mc 6,34). La pasión del pueblo despertó en Jesús la pasión de su Padre por el pueblo. El principio Misericordia de su Padre le impulsa hacia una alternativa atrevida e inesperada: la autogestión del pueblo. Su forma de organizarles en pequeños grupos despierta en ellos la conciencia de pueblo, una conciencia “ciudadana”. 
Y frente a Herodes, cuya mesa excluye al pueblo, Jesús, conmovido, lanza su propuesta de una mesa compartida entre todos (vv. 37-44). El sentido comunitario, fruto de su Principio misericordia, le hace crear una nueva justicia que no nace de un bolsillo lleno de plata para comprar pan, sino nace de un Principio regenerador de vida nueva, capacitando a compartir. El pan compartido de la comunidad de los doce, desencadena en el pueblo -organizado en grupos, articulados-  un sentido comunitario que les hace distribuir entre ellos lo que algunos pocos llevaron. Aquí el poder de compartir triunfó sobre el poder de comprar. Jesús reveló la alternativa verdadera que lleva al sentido comunitario, a la autogestión popular, a la madurez humana de ciudadanía. Su misericordia con el pueblo abandonado había generado en éste el mismo principio. Ha sido el momento de refundarse como Pueblo de Dios. 

5. Esta reflexión nos presenta una alternativa posible a nuestra situación en Paraguay: la articulación de las pequeñas entidades populares que actúan en autogestión según el principio misericordia. Según Pablo Richard: "la liberación nace del mismo pueblo, cuando el pueblo se organiza y comparte su misma pobreza" (7). 
Donde no existe el principio misericordia, allí entran la exclusión, confusión, desunión, división, celos, etc. Pero mientras que el pueblo paraguayo no pierda la manía latinoamericana de "andar soñando despierto", va a encontrar alternativas en la medida que siga fiel a este Principio.

Notas:
1 J.C. Rodríguez: Vencer o morir por la democracia y el sentido de la victoria, en: Acción 192, p.3
2 "La postergada Ciudadanía", Correo Semanal en UH, 18-19 de marzo 2000, pp.6-7    
3 Víctor Codina: Teología del Clamor Popular, Bogotá 1988, pag. 13
4 cf. Jon Sobrino: La Iglesia samaritana y el Principio-Misericordia, en Christus, No. 716, Año LXV, p.16
5 dito.
6 cf. Ernst Bloch: Principio Esperanza 
7 Ensayo sobre el Evangelio de Marcos" en Biblito, Santiago de Chile, enero 1991, p.21
 

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