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...CON LAS MANOS VACIAS

"No hay nada más triste para un Pueblo que el verse con las manos vacías después de haber hecho una gesta heróica que le costó vidas. Sin embargo esta tristeza ha sido frecuente en la Historia. 
Después de una independencia alguien se hizo el amo y mató a sus artífices. Después de la Revolución francesa se adueñó del poder y nació lo que nadie se esperaba: un emperador. Son desatinos de la Historia. Son reveses. Son fracasos. Esto es lo que nos está ocurriendo actualmente en el Paraguay".

Francisco de Paula Oliva s.j
 

   Cuando estamos llegando al primer aniversario del marzo paraguayo miles de habitantes de esta bendita tierra nos estamos mirando las manos, y las estamos encontrando vacías.
   Ciertamente hace un año en la plaza se hicieron dos cosas memorables. Una, rechazar el intento de dictadura que se nos quería volver a meter. La segunda, cantar hasta volvernos roncos como un anhelo del corazón que "queríamos un Paraguay en paz y en justicia". Desgraciadamente, nos faltó lo tercero: comprometer a los gobernantes en una lucha contra la pobreza y a favor de la honestidad y desarrollo del país.
   Recordando una metáfora mil veces expresada, "en marzo paraguayo logramos rescatar el barco ‘Paraguay’ de las manos de los piratas que lo querían secuestrar y lo encomendamos a una, en parte nueva y en parte antigua, tripulación". Pero, como dijimos, fuimos demasiado ingenuos.   Pensamos, engañadamente, que aquella tripulación tenía los mismos deseos e ideales que nosotros.

Y aquí comenzaron nuestros males

    Capitán fue designado el que tenía constitucionalmente derecho. Inclusive fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia. Pero, esta constitucionalidad no fue óbice para que todo comenzara a salir mal. La elección de sus colaboradores fue el primer desastre. Posiblemente, ni él mismo los eligió, sino que se los impusieron. Lo cual nos hace pensar en que mientras unos daban la vida y otros soñábamos en la plaza un Paraguay Jaipotáva, otros "mercenarios de la vida" estaban tramando una repartija de cargos en algún lugar seguro.
    Así nos encontramos con "una tripulación del barco" formada por "hombres escombros", en palabras de Mons. Ismael Rolón. Venían del stronismo, venían, en puestos secundarios, del mismo oviedismo. Todavía peor: muchos de ellos con esos orígenes o sin ellos concibieron alcanzar los puestos de gobierno a nivel nacional o departamental como modo de ganar pingües beneficios. Así la repartija de cargos se convirtió en repartija de fuentes de negocios.
    Todo esto pudo haber sido evitado en teoría si "el capitán del barco" con mente clara y mano fuerte hubiera sido capaz de imponer el servicio a la Patria en lugar del lucro personal en sus subordinados. Y digo en teoría porque eso presupone un capitán con carácter y también que el entorno político de los partidos le hubiera ayudado. Lastimosamente ninguna de las dos cosas se dio.
Así el Gobierno de unidad nacional se convirtió en un Gobierno de "inutilidad" nacional, por no darle otro apelativo peor.

Febrero y Marzo del 2000

    No queremos llegar a la conmemoración de marzo con las manos vacías. Y esto por muchas y fuertes razones. Nuestros siete jóvenes mártires de la plaza se merecen mucho más. Las necesidades son tan grandes que son ineludibles. La frustración del Pueblo puede llegar a bronca y ésta va a ser aprovechada por aquellos que precisamente fueron desalojados de la plaza en marzo del 99.
    De aquí el deseo de buena parte del Pueblo paraguayo en obligar al gobierno en sus tres poderes a cumplir ya, lo que no hizo antes.
Al Poder ejecutivo se le exige: el desalojo de puestos de Gobierno de algunos de los ministros, sea por su origen y acción stronista sea por no haber demostrado en estos meses su servicio al pueblo; la regulación del servicio militar respetando la objeción de conciencia; el cumplimiento de los pactos firmados con diversos estamentos del Pueblo paraguayo y que sistemáticamente no han sido cumplidos; la ejecución de una verdadera reforma del Estado que posibilite más tarde un verdadero Plan nacional del Paraguay a largo plazo; etc, etc.

   No queremos llegar a la conmemoración de marzo con las manos vacías. Y esto por muchas y fuertes razones. Nuestros siete jóvenes mártires de la plaza se merecen mucho más. Las necesidades son tan grandes que son ineludibles.
 
    Al Poder Judicial se le exige: la agilización de la Justicia y que atienda mejor a los pobres que son la mayoría del país; la suspensión de jueces, fiscales y abogados corruptos; la limpieza de los procesos electorales; el juicio, ya, de los causantes de las muertes del marzo paraguayo; etc, etc.
Al Poder Legislativo se le exige: el desafuero de los diputados y senadores oviedistas para ser juzgados; el nombramiento de un idóneo Defensor del Pueblo; la aprobación del Código del niño y adolescente; el comienzo de un debate real sobre el Código Agrario; acelerar las intervenciones a Municipalidades corruptas sin tener en cuenta el partido al que pertenezcan.
En cuanto a los Partidos Políticos es imprescindible y urgente reformar las estructuras partidarias clientelistas. También el que los tribunales partidarios castiguen los delitos de corrupción de sus correligionarios.

Cuando celebremos un año

    Entonces pueden ocurrir muchas cosas. Puede desbordarse la situación y entrarse en un caos que haga preciso la intervención “nefasta”, aunque sea necesaria, de los militares. Podemos entrar en una vorágine de violencia, que pudiera haber sido evitada. De este modo perderemos el tiempo y nuestro Paraguay se debilitará todavía más. Puede volver el oviedismo —personalmente no lo creo—, envalentonado por el desastre del país. Puede, inclusive, que no pase nada. Lo cual es igualmente malo, pues este Gobierno de inutilidad nacional seguirá sin pena ni gloria empobreciendo más y más al país, preparando una bomba de tiempo por la pobreza y la frustración acumulada.
    Pero, repetimos: todo esto puede convertirse en una realidad frustrante si llegáramos a marzo “con las manos vacías”. ¿Será el Gobierno capaz de comprender la gravedad de esta situación?. ¿Tendremos la ciudadanía la fuerza necesaria como para presionarle para que cumpla su deber?. Dos preguntas que encierran en sus respuestas el secreto del éxito o del fracaso a corto plazo del Paraguay.

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