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...La tierra está herida, salvemos la tierra

Al comenzar el tercer milenio, en el primer año del siglo XXI y en un contexto religioso de jubileo, nos parece muy oportuna esta reflexión sobre la encarnación como principio metodológico de una práxis cristiana que nos hace adentrar en las heridas de la historia y del cosmos.
Los cristianos del III milenio, dice el autor, o son activos ecologistas o no son cristianos
 

Fernando López sj
 

    Tiempo privilegiado de reflexión

    Estamos comenzando un nuevo año, un nuevo siglo y a punto de iniciar un nuevo milenio. Para los cristianos, seguidores del que es “Alfa” y “Omega”, sentido último del cosmos y de la existencia, éste es un tiempo privilegiado de oración y discernimento para revisar la vida y nuestro compromiso con ella. Para los no cristianos, también es un tiempo especial de reflexión frente al nuevo año y, de modo particular, frente al nuevo milenio que comieza. Independentemente de los credos y religiones, en este tiempo toda la humanidad se abre a sus mejores deseos y sueños, a sus temores y cuestionamientos concretos y existenciales, personales y colectivos: ¿Qué opciones nuevas de vida escoger, cuáles rectificar y cuáles rechazar? ¿Para dónde va el mundo y el cosmos? ¿Cómo cuidar de nuestro pequeño “planeta azul”? ¿Para dónde continuar construyendo nuestra historia? Esos y otros cuestionamientos y preguntas nos invaden a todos. Es oportuno hacer una parada para reflexionar con serenidad y seriedad.

Vivimos en un mundo quebrado

    Cada vez son más las voces que llaman fuertemente la atención sobre este punto. En este fin de milenio algunos temas importantes quedan como materia pendiente para ser resueltos urgentemente en los próximos tiempos: agujeros en la capa de ozono, el “efecto estufa”, deforestación y desertificación de imensas áreas del planeta, “basura tóxica”, armas nucleares y residuos radioactivos, contaminación ambiental, reservas limitadas de agua potable, uso abusivo de la tierra y agrotóxicos, manipulación genética y transgénicos, conglomerados urbanos, reducción rápida y alarmante de la biodiversidad del planeta, etc. Aunque muchas de esas palabras no las entendemos bien, parece, según los especialistas, que si no  buscamos solución para estas cuestiones, nuestra madre la tierra va a tener serias dificuldades para continuar amamantando a sus hijos/as. Por fin, hoy, todos comezamos a tomar conciencia de que la creación es  finita y limitada, de que sus recursos y posibilidades se agotan, y que por eso tenemos que cuidarla si queremos que la madre tierra nos continúe cuidando. Ser conscientes de esta realidad es fundamental para actuar en consecuencia.

Empobrecidos y medioambiente

    Dos hechos son  claros en este final de siglo e inicio de milenio. Por un lado hay un crecimento alarmante de la pobreza, de los empobrecidos y excluídos del planeta. Por otro, hay un deterioro progresivo y rápido del medioambiente.
    Hoy ya no hay más duda de que el modelo neoliberal de desarrollo no es sustentable. Los proyectos agresivos de desarrollo, que secan y explotan la madre tierra, han enriquecido mucho a pocos y empobrecido mucho a muchos y también empobrecido a todo el planeta. Hay relaciones claras entre medioambiente, pobres e ricos.
    La degradación del medioambiente generalmente tiene un impacto más fuerte sobre los más pobres y desprotegidos. Podemos comprobar que donde el medioambiente está más destruido es el lugar que sobra para los empobrecidos. Los pobres viven en la basura de las grandes urbes, en las márgenes de los centros contaminados de las grandes ciudades y debajo de los puentes y viaductos, en los canales convertidos en charcos, en las regiones inundadas y contaminadas en torno a los distritos industriales, en las áreas deforestadas y convertidas en desiertos inhóspitos donde la arena cubre todo, en las tierras más empobrecidas, etc. Para los empobrecidos sobrarán los peores lugares. Los datos lo demuestran claramente, los pobres y excluidos son amontonados en las áreas más depredadas, contaminadas y empobrecidas de las ciudades, de los países, de los continentes y del planeta.
    Los ricos, entretanto, tienen posibilidad de comprar un “nicho ecológico” para vivir. Incluso dentro de las grandes ciudades más contaminadas del planeta, ellos consiguen construir “burbujas ecológicas”. Fuera de estos nichos y burbujas en las que se esconden, en general, los ricos son los mayores depredadores del medioambiente con sus haciendas y agro-empresas, con sus industrias y extractoras de minerales, con sus macro proyectos desarrollistas que sólo buscan el mayor lucro y que son los que suministran los recursos necesarios para mantener un altísimo nivel de vida de consumo en su pequeña “burbuja”, depredando el entorno. Actuando con mucha miopía, piensan y diseñan su futuro asegurando y defendiendo, al costo que sea, su “guarida” y, el resto de afuera, es comprendido como área para “cazar y depredar” a voluntad. Esta visión y estilo de vida no son sustentables para nadie.
    Cuanto más empobrecida y explotada es la madre tierra más empobrecidos e explotados son los que quedan habitando en ella... Y una consecuencia lógica de esto es que los proprios empobrecidos, en el límite de la desesperación y del hambre, acaban agotando y matando el restito de vida que sobraba en la poca tierra en la cual fueron amontonados. A final tienen que ir fuera para algún otro lugar, también ya depredado y degradado, para continuar sobreviviendo... Y así continúa repitiéndose, una y otra vez, esta “via sacra” de muerte de la madre tierra y de sus hijos/as desterrados por los grandes de este mundo.

Encarnación: entrar en las heridas de la historia y del cosmos

    Para los cristianos del  III milenio, es fundamental profundizar y ampliar la comprensión del misterio salvífico. Es importante superar aquella lectura parcial y limitada que muchos cristianos han hecho de la Bíblia, para argumentar a favor del derecho del hombre para  el uso y abuso de la naturaleza: “Sometan la tierra” (Gn 1,28). Esta exposición mutilada de la enseñanza bíblica debe ser corregida y complementada con el “cultivar y guardar” la tierra (Gn 2,15). Sin esta dialética, el mensaje bíblico está falsificado y las consecuencias en materia de praxis cristiana pueden ser graves.
    La perspetiva bíblica es integral. En ella el proyecto salvífico de Dios es ofrecido a toda la creación. Y la creación toda, desde esta perspectiva divina, debe colaborar en la construcción de ese proyecto de vida abundante y de justicia para todos los seres creados. En imagen del profeta Isaías: “Destilen, cielos como rocío de lo alto, derramen, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca la salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yavé, lo he creado” (Is. 45,8)
    Es también en esta perspetiva salvífica integral, en la cual se comprende el misterio de la encarnación, del nacimiento, vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús el Cristo. En aquel judío, el Hijo de Dios desciende y se inserta en las periferias del mundo, donde la vida está más amenazada, para hacer acontecer la liberación, el Reino de paz y justicia, que el Padre ofrece para todos y de un modo especial a sus predilectos, los pequeñitos. La encarnación no aconteció por casualidad; fue fruto de la locura de amor infinito de un Dios apasionado por su creación, por la humanidad pobre y por el cosmos.
    En el contexto de este final de milenio, donde es alarmante el crecimiento de los empobrecidos y el deterioro del medioambiente, la encarnación del Hijo es principio metodológico que ilumina la praxis de los cristianos del III milenio. Encarnarse significa no sólo descender a las “periferias del mundo” junto a los marginados o entrar “debajo de la historia” con los empobrecidos... sino que también significa adentrarse en los “agujeros del cosmos” y comprometerse con  las “heridas de la madre tierra”... Porque es ahí, sobre esa tierra viva, donde los proyectos de vida y de muerte, para la humanidad y para todo el cosmos, se disputa el espacio. Hoy, en los albores del III milenio, son inseparables para los cristianos el  compromiso con la vida amenazada de los empobrecidos y el compromiso con la vida de la madre tierra que a todos nos sustenta.
    Nosotros los cristianos comenzamos a tomar conciencia de que no sólo la humanidad y de modo preferencial los empobrecidos están necesitados de liberación-salvación, sino que también todo el cosmos, y de manera especial la madre tierra, explotada y empobrecida, está necesitada urgentemente de liberación-salvación. Y ambas realidades son inseparables. No hay salvación-liberación para una de ellas si no hay salvación-liberación también para la otra. La vida de la madre es indispensable para que los hijitos puedan vivir; la vida de los hijos es fundamental para que cuiden a la madre. Madre e hijos son inseparables. ¡La salvación es integral!

Nuevo milenio: militante cristiano, activo militante ecologista

    En este punto es importante esclarecer bien los conceptos. Se tiene que superar la comprensión reduccionista de que la ecología y los ecologistas se comprometen solamente con los bichos y el color verde del planeta. Según el diccionario, ecología es el estudio de las plantas, los animales, las personas y las instituciones en relación al medioambiente. Tanto ecología como medioambiente hacen referencia a la inter-relación entre el hombre y su habitat que es el contexto que sustenta la vida. Este habitat por un lado es donación gratuitamente recibida mas, por otro, es también resultado, más o menos intencional, de siglos de atividad humana.
    Por todo eso, ser cristiano en el nuevo milenio significa ser un militante activo en el campo de la ecología para que el proyecto de “vida abundante” (ver Jn. 10,10), para la madre tierra y sus hijas/os pequeñitos, venza los proyectos de muerte que depredan el medioambiente y amenazan a toda la humanidad y al cosmos. Desde esta perspetiva más integral de la misión del cristiano, el compromiso con la fe y la justicia adquieren mayor profundidad, radicalidad y coherencia. En el III milenio los cristianos o son activos militantes ecologistas o no so cristianos.

Aprender de los pueblos indígenas un nuevo modo de relación: “alteridad filial”

   Algunos grupos de poder intentaron durante mucho tiempo (y continúan intentando hasta hoy) hacer creer que los pueblos indígenas son un obstáculo al desarrollo. Hoy la conciencia de la humanidad parece comezar a despertar y descubrir ese nuevo modo (incluso milenario) de los pueblos indígenas de relacionarse con el medioambiente. Hoy, por el contrario, esos pueblos comienzan a percibirse, no como un problema para el desarrollo, sino como una gran solución planetaria con sus modelos ancestrales de desarrollo sustentable. Aunque parezca utópico, la condición de posibilidad de futuro para nuestro pequeño “planeta azul” está contenida en la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas de relacionarse en “alteridad filial” con la Pacha Mama (Madre Tierra).
   Para los cristianos y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad del tercer milenio, los pueblos indígenas son fuente de inspiración para la práxis ecológica, para el estilo de vida y el compromiso con la vida amenazada de los explotados y empobrecidos, ya sea los hijos/as, ya sea la madre (tierra). Hijos/as y madre son inseparables.
   Para los cristianos del III milenio la opción preferencial por los pobres y la opción preferencial por la madre tierra empobrecida son inseparables
 

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