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 La impopularidad del guaraní de escuela
En principio no hay oposición al guaraní y en teoría ni siquiera a su uso en la escuela. Su impopularidad proviene del modo como está siendo impuesto desde ciertas instancias de la educación formal. Es el guaraní que se enseña y el modo como se enseña el que lo hace impopular. Alguno ha llegado a decir que es el “terror” para los niños y niñas —— y para sus familias—. 
Enseñar en guaraní y enseñar guaraní debería tener como primera tarea el desarrollar las posibilidades expresivas a partir de un vocabulario básico que es todavía patrimonio común de la mayoría de la sociedad paraguaya. El niño y niña paraguayos cuando van a la escuela ya saben guaraní. Es una aberración pedagógica presuponer que esta población paraguaya no sabe guaraní. Y es una crueldad crear un guaraní de escuela diferente del guaraní de la familia. Y orilla el sadismo el usar el local de la escuela y el sistema escolar como lugar y ocasión para volver impopular la lengua guaraní. Aun los paraguayos que no saben guaraní conocen palabras y frases hechas que ya son puerta abierta para un iniciar un conocimiento más amplio.
En todo el primer ciclo de la Educación Básica (los tres primeros cursos), según mi modesto entender,  no habría que enseñar ni una palabra que exceda ese vocabulario básico. Hay que desterrar de una vez por todas la práctica de enseñar listas de palabras en el aula. Ninguna lengua se aprende con esa metodología; profesores de inglés o francés lo saben perfectamente. 
Pero alguien preguntará a qué llamamos vocabulario básico. 
A su manera lo ha dicho el compositor  paraguayo Oscar Nelson Safuán, un fragmento de cuyo texto ya publicado en este mismo diario Última Hora de fecha de viernes 31 de octubre de 1997 quiero citar: 
“Existe dentro de nuestra lengua pura, una gama inmensa de términos atemporales, que no han sufrido ni sufrirán las influencias del tiempo evolución, como kuarahy, arai, jasy, yvyra, po, y, mombyry, mba'asy, yvytu, arandu, yvoty, e innumerables otros términos a los que defino como verdaderos glóbulos rojos del idioma. Extremadamente importantes y dignos de ser tenidos en cuenta, precisamente, para los programas educativos [...] Esos programas deben ser estructurados, fundamentalmente, sobre los términos atemporales puros de nuestro idioma Clasificarlos puntillosamente, primero, y distribuirlos criteriosamente, después a lo largo, a lo largo de todo el sistema de enseñanza guaraní”. 
Por lo que expuse más arriba el lector se dará cuenta de las grandes coincidencias en nuestras opiniones. Sólo quisiera anotar alguna precisión conceptual. A los términos atemporales yo los llamaría tradicionales, ya que en ellos ha cristalizado una historia de significaciones: ni siquiera kuarahy es hoy lo mismo para un grupo indígena como los Mbyá o los Chiriguano que para el paraguayo, y lo mismo se diga de jasy, que trae incluido en sí mismo múltiples sentidos. Jasy ra'y nteko ojovahéi hína alude al mito mbyá de la prohibición del incesto, por una parte, y al cambio climático, por otra, como saben los antiguos habitantes del Guairá. Cada palabra al fin y al cabo es un núcleo del que puede salir una historia.
Si se enseñan las palabras del guaraní en contextos proverbiales —ñe'enga—, poéticos o narrativos, adquieren una profundidad de vida y un resplandor simbólico que despiertan la admiración. Buena poesía guaraní no falta y hay libros con excelente prosa narrativa.
Recuperar lo recuperable del guaraní antiguo puede ser también una de tareas de la escuela, con tal de que se haga de modo gradual y prudente. Que se tenga que consultar alguna vez el diccionario no va contra el principio de lo tradicional. El palacio de la memoria lingüística tiene muchas cámaras y recámaras, salones nobles, cocinas y retretes, y el dueño no conoce necesariamente todos los recovecos de su castillo. Descubrir la lengua es apasionante.
¿Quiere esto decir que hay que renunciar a la creación de neologismos? De ninguna manera. El dinamismo de una lengua se manifiesta en la producción y puesta en circulación de vocablos y expresiones conforme a las nuevas condiciones de vida. Pero en el guaraní esta labor  requiere estudios serios y estrategias adecuadas de adopción y de divulgación. En ningún caso es la escuela en sus primeros grados el lugar adecuado para tomar a los niños como conejillos de Indias par una aventura tan peligrosa e imprevisible. 
La impopularidad del guaraní viene precisamente de que se lo haya querido uncir a la pesada carreta de la educación formal y a su odiado poder coercitivo. Ya es insoportable un sistema educación demasiado rígido, ¡cuánto más cuando se impone con vara un modo de hablar que no es el de la familia y ni siquiera el de la comunidad
¿Qué es lo que se está haciendo con nuestro guaraní? ¿Una deforestación a mansalva? ¿Una sustitución de lapachos, cedros, yvyraovi y laureles por eucaliptos y pinos importados? Si no es que ya tenemos algunas áreas completamente desérticas y peladas donde no nace ni el pasto. 
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