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  Cuatro grandes capítulos
El libro esta formado por una introducción y una conclusión estrechamente relacionadas entre sí, que encuadran los cuatro capítulos de la historia de nuestra Iglesia. Introducción y conclusión nos hacen ver que  la investigación es hija de unas preguntas pastorales muy pertinentes y procura recoger lo que la experiencia atesorada nos puede enseñar. El cuerpo del trabajo son los cuatro capítulos más propiamente históricos que abarcan un largo arco de tiempo. Prácticamente, desde la consagración episcopal de Mons. Juan Sinforiano Bogarín (1895), cuando el país está saliendo de la destrucción causada por la guerra contra la Triple Alianza, hasta la Promulgación de la nueva Constitución en esta etapa de la transición (1992). 
El capítulo primero nos habla de una Iglesia, que de ser una sola diócesis llega a tener tres (Asunción, Concepción y Villarrica). Sobresale la figura patriarcal del gran pastor que fue Mons. J. S. Bogarín. Es una época cuyos hechos conviene atesorar, porque ya van saliendo de este mundo todos los que fueron sus contemporáneos. 
Los otros tres capítulos cubren desde los años 40 hasta el 93, más de 50 años de historia: historia de la Iglesia, pero dentro de la historia del Paraguay. Historia, sobre todo en su parte final, tan cercana, que muchos no se atreverían a escribir sobre ella por la falta de la necesaria perspectiva que se espera del transcurso del tiempo. Creo que el hecho de ser italiana y llevar no demasiados años aquí, le da a la Hna. Laura una “osadía” particular que no tendríamos los más cercanos. 
El segundo y tercer capítulo, desde el pedido público en favor de los presos políticos hasta el lanzamiento del Año de Reflexión en el 73, y lo que sigue hasta el 80, describen los años más duros, pero también los más ricos y los de mayor creatividad y compromiso. Vendrán después los reclamos sobre la tierra para todos, el diálogo nacional y, sobre todo, la visita del Papa. Y cuando por fin cae la dictadura, la Iglesia seguirá haciendo doctrina social, siempre en favor de la dignidad del hombre. 
En resumen: un libro que vale la pena leer y que nos mostrará que para lo que hoy está pasando en el país, la historia es maestra de la vida.
El valor de estos documentos proviene del hecho de estar encuadrados en un contexto histórico que los hace estar en favor del “hombre paraguayo concreto”.
La Iglesia paraguaya se encontró en un tiempo de cansancio y debilidad. Cansancio porque la lucha había sido mucho más larga y dura de lo que se esperaba y la dictadura más fuerte de lo que se suponía. Debilidad, porque expulsiones del país y abandonos del estado clerical de no pocos sacerdotes, la habían dejado con sus fuerzas disminuidas.
Desde los años 40 hasta el 93, más de 50 años de historia: historia de la Iglesia, pero dentro de la historia del Paraguay. Historia, sobre todo en su parte final, tan cercana, que muchos no se atreverían a escribir sobre ella por la falta de la necesaria perspectiva. 
Desde el pedido público en favor de los presos políticos hasta el lanzamiento del Año de Reflexión en el 73, y lo que sigue hasta el 80, describen los años más duros, pero también los más ricos y los de mayor creatividad y compromiso.
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