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EL SIMBOLISMO DEL TEMPLO

El templo reúne dentro de sí al espacio y al tiempo sagrados.
Apenas traspasamos su puerta, se hace evidente la diferencia entre el mundo exterior y profano donde el tiempo transcurre linealmente y en forma indefinida y amorfa, y el recinto sacro, donde se percibe un tiempo mítico y significativo: el "tiempo" de los orígenes del ser humano, la eternidad y la simultaneidad, conocidas y comprendidas en la interioridad del hombre que establece esta comunicación ritual desde lo profundo del templo.
Por otra parte el templo es un modelo del Universo al que imita en sus formas y "proporciones", y como él, tiene por objeto albergar y ser el medio de la realización total y efectiva del ser humano.
En las tribus más primitivas, encontramos la cabaña ritual (o la casa familiar) como lugar de intermediación entre lo alto y lo bajo.
Efectivamente, en ella el techo simboliza al cielo y el piso la tierra; los cuatro postes donde se asienta son las columnas donde se apoya el macrocosmos.
Es muy importante señalar, que siempre en esas construcciones hay un punto cenital que está abierto a otro espacio. Ejemplo: la piedra caput o cimera, que no se colocaba en la construcción de las catedrales, o el orificio de salida de la choza ceremonial (en la casa familiar esta salida es simbolizada por la chimenea, el hogar).
Esta construcción, imagen y modelo del cosmos, tiene pues una puerta de entrada que se abre al recorrido horizontal del templo (transposición de la puerta, paso por las aguas del baptisterio, pérdida en el laberinto cuya salida desemboca en el altar, corazón del templo), y posteriormente un orificio de salida sobre el eje vertical, esta vez ubicado en la sumidad, simbolizando la Coronación de la Obra y el ingreso a otro espacio, o mundo, enteramente diferente, que está "más allá" del cosmos, al que el templo simboliza.
Es también el templo una imagen viva del microcosmos y representa el cuerpo del hombre, creado a imagen y semejanza de su creador; inversamente, el cuerpo del hombre es su templo.
El centro de comunicación vertical es el corazón, y allí, en ese lugar, se enciende el fuego sagrado capaz de generar la Aventura Real de la Transmutación, después de las pruebas y experiencias de Conocimiento que llevan hasta ese lugar. En nuestro diagrama Sefirótico, la puerta horizontal se abre de Malkhuth a Yesod, mientras que la vertical de Tifereth a Kether.
Es decir, que todo el trabajo previo, encaminado al Conocimiento, ha de tener por objetivo inmediato la llegada al corazón del templo, el fuego perenne del altar sobre el cual se asienta el tabernáculo, espacio vacío construido con las reglas y proporciones armónicas del templo mismo, y del que es su síntesis.
Habrá entonces terminado con la primera parte de los Misterios Menores (misterios de la tierra) y comenzará su ascenso simultáneo por la segunda parte (los misterios del cielo), quedando para más allá del templo, es decir para lo supracósmico, los Misterios Mayores, que por ser inefables no pueden tener aquí cabida ni comentario.
En realidad este proceso es prototípico y válido para cualquier cambio de plano o estado, en donde se manifiesta a su manera.


Director
Luis Martin Cuenca Legal
Redacción
Raul Inchausti V. y todos los HH. que integran la Augusta y Respetable Logia Federico el Grande N°3
Colaboradores
Agustin Perez Pardella
Arnaldo Frutos
Angel Sonne Acht
Angel Perez Pardella Luchessi
Diseño Tapa
Eduardo Daniel Perez
Carlos Francisco Crichigno Peralta
Carlos Jose Palacios
Composición, Diagramación, Armado y Corrección
Feliciano Delgado

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