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Libertad Espiritual Del Hombre

Hemos estado viendo, que el hombre vive en esclavitud, y muy a menudo sin tener conciencia acabada de ello, y muchas veces, por que no decirlo aquí, hasta complaciéndose en ello, o en ese estado de esclavitud.
Pero ello no es óbice para imaginar que el hombre no aspira a liberarse de esa esclavitud, a esa liberación interior, que sin tomar nota del tiempo, está siempre latente en la mentalidad del Ser, porque está en la naturaleza de las cosas, que así sea, por cuanto los diques de contención que atentan contra la libertad, no pueden ser eternos, y menos cuando se trata de medir los tiempos del espíritu.
No debemos cometer el error de creer que el hombre no ama la libertad, por razones de servidumbre, de la misma forma que sería un craso error, pensar solamente que el hombre llegase a pensar que la libertad, es cosa fácil.
Todo por el contrario: la libertad, es difícil; lo fácil es la esclavitud, tanto para el que la aplica, como para aquel que la acepta, porque las aspiraciones de la libertad están latentes, pero afloran siempre cuando hay grandes eclosiones del alma, que tienden a romper los diques que anteriormente cité.
El amor a la libertad, la aspiración a la manumisión, son ya índice de un nivel elevado y muestran que, interiormente, el hombre ha dejado de ser esclavo.
Hay en el hombre, un principio espiritual, independiente del mundo y de su determinismo.
La liberación del hombre, no es una exigencia de la naturaleza, de la razón, o de la sociedad sino del espíritu.
Sin embargo, el hombre no es solo espíritu; es de compleja composición, puesto que al mismo tiempo, es animal, un producto del mundo material, pero a su vez, también es espíritu.
Ahora bien: aquí llegamos al meollo del problema: El espíritu es libertad, y haciendo uso de la libertad, es cuando triunfa el espíritu.
También sería un error creer que la esclavitud es siempre una manifestación del lado animal y material del ser.
Hasta el lado espiritual puede encontrarse afectado de enfermedades espirituales, como son, el desdoblamiento, la exteriorización, auto enajenación, pérdida de la libertad o de sentido ético, sometimiento, etc. no son pocas las enfermedades del alma que nos asedian.
Eso es lo que muestra su complejidad que a su vez se convierte en problema de la libertad y de la esclavitud del espíritu.
Al exteriorizarse, al dejarse proyectar afuera, el espíritu obra en el hombre como una necesidad; tras lo cual vuelve a si mismo, es decir, a la libertad.
Ya Hegel advirtió de ese problema en una parte del proceso, pero da la impresión que no lo comprendió en su totalidad, como tampoco en lo principal.
El hombre libre debe sentirse tal, no en la periferia del mundo objetivo, sino en el centro del mundo espiritual.
Ser libre es justamente, encontrarse en el centro, y no en la periferia; es estar presente en la subjetividad real, y no en la objetividad ideal.
Si atendemos a ese llamado, encontramos dos efectos, la primera es que confiere al hombre una fuerza espiritual y lo hace independiente de la terrible multiplicidad.
Pero también, encontramos que si estrechamos el campo de la conciencia, conforme ya lo hemos visto en el grado como el hombre, que es acosado por una sola idea.
La liberación espiritual, allí se convierte entonces en una nueva forma de tentación y de esclavitud.
Este encadenamiento es normal, por la forma de que huyen de la realidad o negándola, es como alcanzamos la libertad.

Esa liberación, se consigue solo a fuerza de lucha, de encontrase frente a frente los adversarios permanentes de la paz espiritual y la conquista de la serenidad.
De este concepto, han surgido miles de aforismos y sentencias desde los Griegos hasta los tiempos actuales.
El espíritu , no es una idea abstracta, un universalismo, porque todos los seres en general hombre o animal, pequeño o grande, representan más un valor más existencial, que una idea abstracta, de lo general o universal.
Esa liberación, justamente representa el paso, no a lo abstracto, sino a lo concreto.
La liberación espiritual, significa una victoria sobre la fuerza que tiende a enajenar al hombre de si mismo, y en eso consiste, el verdadero sentido del amor.
Pero, es lamentable como el hombre se convierte en esclavo fácilmente, y a veces sin darse cuenta de ello.
El espíritu es uno, indivisible, y está presente en cada una de sus manifestaciones.
La liberación definitiva solo es posible por la participación del espíritu del hombre en el espíritu de G:.A:.D:.U:. por la participación del hombre en algo más profundo que su propio principio espiritual, y ello es debido gracias a su retorno a las fuentes de la creación.
Y en este caso vemos también una supresión del sentido de la libertad ; si ese retorno se convierte en idolatría de sí mismo, y es allí, donde reside la mayor pérdida de la libertad de uno mismo, por cuanto se piensa que los demás deben estar sujetos a nuestros antojos y caprichos, y que deben, porque podemos ser desviados hacia el camino de la intolerancia , que es donde comienza justamente el terreno de la esclavitud.
Normalmente hablamos de bajas pasiones, pero es nada más que la pérdida del equilibrio básico de toda idea de libertad, por la razón, que no estamos queriendo para los demás, lo que queremos para nosotros.
Y esa liberación, es la realización de la persona, y forma parte absoluta de la integridad del hombre.
La victoria sobre el determinismo de la materia, no constituye sino uno de los lados del problema de la persona, y tampoco nos parece que es el lado principal.
De lo que se trata principalmente y por sobre todas las cosas, es que esa, es una victoria sobre la esclavitud, una victoria completa.
La maldad está presente, no porque el ser sea materia, sino por que no es libre, conforme lo han manifestado siempre los pensadores.
Y una de las formas mas sutiles de sentirse libres espiritualmente, es justamente cuando enfocamos algo, con la conciencia del libre examen, de la amplia crítica y del sano juicio, que conducen a un sendero de paz y armonía interior, que es a su vez la manifestación de la verdadera proyección del Ser, hacia la libertad, sin ataduras de ningún tipo, con la esclavitud.
Y para concluir, no podemos dejar de citar una de las frase mas famosas de Kierkegaard, quien dijo que la victoria del espíritu sobre la esclavitud, es ante todo una victoria sobre el miedo, sobre el miedo a la vida, y sobre el miedo a la muerte, y ello, no deja de ser nada más que una manifestación de nuestro yo interior amplio y total.

Director
Luis Martin Cuenca Legal
Redacción
Raul Inchausti V. y todos los HH. que integran la Augusta y Respetable Logia Federico el Grande N°3
Colaboradores
Agustin Perez Pardella
Arnaldo Frutos
Angel Sonne Acht
Angel Perez Pardella Luchessi
Diseño Tapa
Eduardo Daniel Perez
Carlos Francisco Crichigno Peralta
Carlos Jose Palacios
Composición, Diagramación, Armado y Corrección
Feliciano Delgado

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