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ALEGRÍA

La alegría entendida como el "gozo, satisfacción, grato y vivo movimiento del ánimo que suele manifestarse con signos exteriores" (Nueva Enciclopedia Sopena), pone de relieve un primer aspecto de orden sentimental de este término, que no es en absoluto despreciable, pero que debe quedar inscrito en el orden de manifestación al que pertenece: el de la psiqué inferior. La etimología de la palabra alegría deriva del latín alicer-alecris, que significa vivo y animado, lo cual evoca una idea más interior y profunda de la alegría, viéndosela como el estado natural, normal y permanente del alma humana y no ya como un simple sentimiento que se opone o complementa a otros y que está sometido a las leyes del devenir y el movimiento. Esto es así por la propia naturaleza del fin al cual aspira el alma de todo ser humano que toma conciencia del recorrido que debe emprender en pos de la realización de todos los estados del ser (tanto los individuales como los universales), hasta la consecución del estado totalmente incondicionado y libre de toda contingencia. Esta labor, que es la que promueve la iniciación, demanda una actitud de total entrega y apertura realizada siempre a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo. Según A. Lavagnini (Manual del Compañero, pág. 169): "El trabajo hecho a la Gloria del Gran Arquitecto, es pues, Fuente inagotable de Paz, verdadero Gozo y Alegría, remedio soberano para toda forma de tristeza, melancolía y enfermedad moral." La alegría, entendida en esta acepción más interior y universal, anida en lo más central del corazón del masón y de todo hombre que hace consciente este sendero, pues no hay nada que procure más dicha que el deseo de identificación con el Infinito mismo. Es una alegría nacida al tomar conciencia de la universalidad y liberación final que nos aguarda tras la obra, que la emparenta con la idea del Jubileo hebreo (Levítico 25 1-17) el cual es " 'la colocación de todas las cosas en su estado original'. Está claro que se trata de la vuelta al 'estado primordial' que consideran todas las tradiciones."(René Guénon, El Rey del Mundo, pág. 26). Es por esto que en la clausura de los trabajos masónicos, en el momento de apagar las tres pequeñas luces, el Segundo Vigilante invoca junto al pilar de la Belleza : "¡Que la alegría reine en los corazones!", haciendo una clara alusión al corazón como la sede simbólica y real de la verdadera intuición intelectual, receptáculo de los efluvios celestes y punto de conexión del ser individual con su esencia divina, motivos todos ellos de la profunda alegría que debe guiar la vida del masón. Y mientras se va buscando y deseando ese estado de total liberación, el alma del masón debe laborar, haciendo suyas las palabras que el V.·. M.·. pronuncia al final de los trabajos: "¡Puesto que es la hora de despedirlos, deseemos que sigan trabajando así, en la libertad, el fervor y la alegría!".

Director
Luis Martin Cuenca Legal
Redacción
Raul Inchausti V. y todos los HH. que integran la Augusta y Respetable Logia Federico el Grande N°3
Colaboradores
Agustin Perez Pardella
Arnaldo Frutos
Angel Sonne Acht
Angel Perez Pardella Luchessi
Diseño Tapa
Eduardo Daniel Perez
Carlos Francisco Crichigno Peralta
Carlos Jose Palacios
Composición, Diagramación, Armado y Corrección
Feliciano Delgado

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