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..EDITORIAL..
.La historia antes de la historia
"Pinochet en el Paraguay"
La detención de Augusto Pinochet —¿cuál será el título con que le gustaría ser reconocido: general, senador vitalicio, expresidente, dictador, o simplemente don?— está siendo histórica: lo que se está juzgando no es el pasado sino el futuro. 
 Esta vez la historia no ha esperado a la historia. Es ya historia que Pinochet no goza de inmunidad en el Reino Unido, e implícitamente en ningún país de la Unión Europea.
Se trata de un juicio necesario. La misma sociedad chilena está demostrando que los hijos de Pinochet no han desaparecido —los otros sí desaparecieron violentamente—, y desean la continuidad del Chile de Pinochet. Hay incluso una Fundación que lleva su nombre y que probablemente se dice sin fines de lucro y con fines filantrópicos. Figuras como las de Pinochet son imanes que atraen el hierro, el duro hierro de las cadenas de las cáceles, de las espadas, de los instrumentos de tortura, y a los que los manejan. Es por eso por lo que Pinochet debe ser juzgado, porque el futuro de la humanidad debe juzgarse a sí misma en ese espejo que nos dice la verdad de lo que tal vez fuimos y no queremos ser nunca más. La humanidad se juzga a sí misma en ese juicio.
El gobierno de Chile, como otros tantos estados no solamente latinoamericanos, está mostrando que es incapaz de juzgar los crímenes perpetrados en su territorio. No lo ha hecho hasta ahora —más bien ha honrado a su dictador— y no da ninguna garantía de que pueda  ni siquiera pueda hacerlo. ¿Que no es un país democrático? En esto, no. Y debería estar satisfecho, como lo piensa la gran mayoría de su propia población, dado que en las actuales circunstancias no se dan las condiciones para que revea la impunidad ya concedida al “senador vitalicio” de que venga alguien de fuera a echarle a una mano. Es así como lo interpretan los chilenos que desean un juicio justo sobre Pinochet, que no es sólo sobre sus actos, sino sobre sus principios. 
No podemos seguir contemporizando con las dictaduras, típica lobas con pieles de ovejas. 
En este sentido hasta el gobierno de Estados Unidos de América se cura en salud, se adelanta al juicio histórico que se ve venir y reconoce que fue un error por su parte haber apoyado —por no decir concebido y amamantado hasta la edad robusta— a la dictadura chilena. Estados Unidos de América sabe muy bien con qué documentación cuenta en sus archivos y está documentación tarde o temprano saldrá a luz. 
Los dictadores a la larga son incómodos amigos y peores vecinos. 
Sin embargo, frente a los años difíciles que el sistema mundial ha preparado desde hace años —de gran pobreza, de hambrunas, de caos ecológico, de desintegración cultural y otros males que de ahí se siguen—, pudiera ser que las democracias tengan de nuevo que ser consideradas como utopías irrealizables y las dictaduras rejuvenecidas prometan paraísos terrenales. 
Y ahí es donde nos toca muy de cerca en el Paraguay el juicio a Pinochet. A Pinochet lo tenemos de nuevo a la puerta, no de Chile, sino del Paraguay. Para nosotros es incluso más peligroso Pinochet que Stroessner. Stroessner no volverá, pero la sombra de la dictadura quiere cubrir el cielo del Paraguay. Una nube atrae otra nube. Porque está ya entre nosotros  uno de esos mesías que se cree por encima de la ley y de la constitución; uno de esos mbarete que tienen una ley para sí y otra ley para los otros; uno de esos militares que cuya especialidad es el golpe de estado, por las buenas o por las malas; uno de esos astutos personajes que va de traición en traición y que es capaz de llevar al desacato de las leyes más sagradas a su propio hermano siamés, y hundirlo en el abismo, para después decir que él no estaba ahí. Pinochet es la imagen visible de los futuros dictadores escondidos.
La sombra de Pinochet se proyecta sobre el Paraguay. Y lo más temible es que un juicio aquí le sería mucho más benévolo que el que le pueda caber en Chile. Sobre todo si dependiera del poder ejecutivo, ya tan engripado con el virus de la dictadura. 
El Toque del Oboe 
Un film dirigido y producido por Claudio Mac Dowel
Director de Arte: Agustín Núñez
Director de fotografía: Toca Seabra   
Música: Wagner Tiso
Elenco: Paulo Betti, Leticia Vota, Mario Lozano...
Premio HBO BRASIL DE CINEMA 1997
Premio Resgate do Ciema Brasileiro.
Producción en el Paraguay: Hugo Gamarra
Duración: 119 minutos.
El visual de este film fue creado básicamente en Piribebuy, ciudad paraguaya donde se trabó la única batalla urbana de la Guerra del Paraguay. Otras locaciones fueron en Paraguarí y Pirayú.
El Toque del Oboe fue concebido teniendo en vista el horizonte  de integración continental que representa el Mercosur, como espacio económico y comunidad cultural amplia.
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